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La Salud Practica - Volver al listado
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Sunday, 20 June 2010
El hombre es milagroso en cuanto que puede transformar su pasado.
Topic: Cuántica

  

 

El hombre es milagroso en cuanto que puede transformar su pasado.

Algunos dicen “no se ocupen del pasado que el pasado ya no existe”, pero el pasado está vivo, presente, doloroso, en cada una de nuestras células, frecuentemente, produciendo enfermedades. El problema del pasado es simplemente que haya pasado, que lo dejemos atrás como una estatua congelada. Pero al pasado hay que hacerlo presente, vivo para transformar su historia, para leerlo en otro código, para interpretarlo en el código del amor, y, cuando interpretamos el pasado en el código del amor, nuestras heridas de la infancia se sanan. Y ahí nosotros somos los psicólogos, los psiquiatras, podemos sanar nuestra vida; todos estamos llenos de dolores, y a veces de dolores absurdos, que cargamos en la vida sin ni siquiera reconocer que existen.

La técnica respiratoria es muy importante, sobre todo la fase de pausa respiratoria, ¿por qué razón? Porque cuando tú respiras lentamente y haces una pausa en la inspiración, la energía del inconsciente y el subconsciente sale a flote, es decir se pregunta ¿que pasa aquí que no están respirando? En ese momento el inconsciente hace aflorar a la consciencia una parte a la que no habíamos tenido acceso, de la que éramos víctimas pero que no habíamos reconocido nunca en la vida, y en ese momento podemos dialogar con el subconsciente y podemos sacar nuestras heridas más profundas. Cuando hacemos eso podemos ir más lejos, así es como actuamos para la autosanación.

 

Yo puedo decirme, por ejemplo, ¿de dónde viene esta alergia?, si tengo una alergia y quiero librarme de ella. La alergia es algo que rechazo, un virus, una bacteria, un hongo, el frío, el calor, pero eso no es del todo cierto, eso es quedarnos muy cortos. No hay personas que sean alérgicas sólo al frío, las personas alérgicas al frío también tienen miedo a la soledad, tienen miedo al frío del alma, al frío en los sentimientos, a la frialdad del papá o de la mamá, al desafecto, es decir, el frío es simplemente un símbolo. Cuando yo soy alérgico a algo, hay algo que rechazo o que temo.

Entonces si quiero cambiar mi alergia, reconozco mi alergia. Si sé que no reconozco mi alergia porque me hace sentir vergüenza, entonces trabajo con la vergüenza: ¿que cosas en la vida me evocan vergüenza? Luego experimento el sentimiento de la vergüenza y veo como experimento la vergüenza, a veces me pongo pálido y frío, otras veces me pongo rojo como un tomate, otra lo experimento como un vacío o como un hueco a nivel del plexo solar, la puedo experimentar de muchas maneras. Dónde y cómo experimento la alergia, me da una idea de la parte de mi energía que está comprometida. Vamos a ver otro sentimiento, el miedo, yo diría que la mitad de nuestros lumbagos son por miedo.

El miedo provoca más lumbago que todas las hernias discales, todos los problemas articulares, todos los problemas de columna, porque el temor hace que metamos, literalmente, el rabo entre las patas, cerramos el esfínter anal interno, a ese nivel, hay un centro de energía muy importante y, nos cerramos a la vida, contraemos toda la musculatura lumbosacra, esa parte queda mal irrigada y nos dan unos lumbagos terribles, y ese lumbago es el nombre clínico del miedo.

Si logro reconocer el núcleo del miedo, si logro observar mi cuerpo y veo que tengo los glúteos y toda esta parte contraída, si logro respirar hacia esa zona y liberar el sentimiento del miedo, y llamar al miedo y decirle “tú eres la mejor parte de mi mismo, cuando asciendes y te revelas, eres mi prudencia, ya no eres miedo, sino que eres prudencia, eres parte de mi amor también”. Cuando yo, a través de la respiración, logro ascender esa energía del miedo, y logro trasmutarla al altar del corazón, que es donde realmente nace el hombre que puede sanarse y puede sanar la vida, entonces desaparece el lumbago.


Mi resentimiento, mi odio, frecuentemente, está anclado en mis articulaciones. Yo estoy así totalmente rígido. A veces, con el puño apretado en la noche, inconscientemente, dispuesto a pegar y a agredir. Pues bien, ese dolor articular, es resentimiento congelado en esa parte del cuerpo.

Si logro experimentar ese dolor y asociarlo a mi sentimiento de ira y a mi resentimiento, y logro comprender que mi resentimiento es algo que se construye en el plexo solar, que bloquea la energía aquí y no permite a la energía acceder a mi corazón, ni a mi sistema inmune, puedo hacer mucho más que el reumatólogo, o puedo ayudarle mucho, para curar y sanar mi artritis, y yo soy responsable, no tengo que esperar que el reumatólogo me resuelva el problema.

La enfermedad es mi problema, no es el problema del médico, es mi responsabilidad, yo también tengo que ver con eso. La medicina no puede ser el arte de pasarle la pelota al médico, porque le pagamos.

 

La nueva medicina de la consciencia, es el arte de responsabilizarnos de nuestra vida, y de descubrir que realmente podemos hacer mucho por nuestra vida.

Frecuentemente, vemos que una persona con un cáncer ha tenido un shock, o una pérdida afectiva muy grande. Si una pérdida afectiva le produce un vacío existencial de tal dimensión que se vuelve un vacío de energía, y permite que las células degeneradas puedan invadirle, es porque estaba apegado, ese es el problema del apego que yo debo reconocer.

Si alguien se va y yo lo vivo desde el amor, desde el desapego, sé que su consciencia está conmigo, lo dejo partir no lo amarro. Muchas veces, vemos a alguien al que se le muere el papá o la mamá pero no lo deja partir, eso es literalmente cierto, se queda con parte de su energía anclada al plexo solar. Esa anclada energética puede crear crisis de pánico, de hipertensión, cosas violentas en la clínica. Si nosotros logramos que la persona se sane, es su alma la que lo sana. 

El sanador no lo hace por el paciente, yo como sanador soy un imán que le doy la carga que su alma necesita, realmente, la sanación es rescatar la autonomía, la autogestión, y la libertad del otro, para sanarse.

La verdadera sanación es darte las herramientas para que tú, desde tu consciencia, te sanes, no desde tu consciencia racional, sino desde tu sentimiento, desde tu amor, desde tu afecto.

Frecuentemente cuando uno está haciendo una sanación, ve que la persona, aunque no le haya dicho ni una palabra, empieza a llorar y a sacar su resentimiento, y luego siente una sensación de paz, que no es mi paz, es su paz, es la paz de Cristo que también habita en la persona que está siendo sanada. La paz está ahí, ha estado siempre ahí, es parte de nuestra esencia, se trata simplemente de quitar todos aquellos apegos, aversiones, sentimientos, separatismos, toda aquella capa de ignorancia, para que la paz se revele tal cual es, y cuando la paz se revela, germina el amor, y cuando germina el amor la sanación es posible, aunque lo que tenga sea un cáncer, o un lupus.

Pero no te culpes si no lo logras, porque tú participas también en los problemas genéticos de la herencia, de la humanidad como grupo. Esto no es para creerse superman, uno puede ser muy orgulloso y decirse “estoy triste porque no me curé el cáncer”, eso no es un fracaso, el cáncer es un maestro, a veces aprendemos la lección en una ocasión, otras veces necesitamos diez oportunidades, y otras necesitamos cien vidas tal vez, pero lo importante es aprender la lección.

Uno no aprende medicina de un día para otro, hay lecciones supremamente complicadas y difíciles.  También nos diplomamos o nos especializamos en el alma, cuanto más grande sea el desafío, más grande es la oportunidad de crecimiento. Yo solo les he puesto un ejemplo de cómo podemos retomar nuestras emociones, identificar nuestras emociones, aceptarlas, no seguir huyendo de ellas, y así poder transmutarlas.

Pero una vez que sentimos la emoción, hay una pregunta fundamental ¿cuál es la lección que hay debajo de esta emoción negativa? ¿Cuál era el mensaje, qué me quería decir esta actitud y esta enfermedad? Cuando yo no digo NO, en la vida, termino resentido y con ira, pero la ira no es el problema, la ira me está diciendo que hay que aprender a reafirmarme diciendo NO.

 

La ira es la mejor estrategia de autoafirmación. Cuando yo manifiesto la ira y la transmuto, esa ira se vuelve sanadora, es lo mejor de mi fuerza, mi ira barre y limpia la casa y hace las cosas más rápidamente, ustedes han visto a un ama de casa que en su ira revolotea y el almuerzo está hecho a las diez de la mañana.

Yo sabía cuando mi mamá estaba iracunda, porque a las diez de la mañana mi casa estaba como un espejo. Es así, la ira es una forma de energía que se puede transmutar físicamente, el hecho de que la transmutemos físicamente, no resuelve la fuente de la ira, la fuente de la ira es la necesidad de autoafirmarse, y la necesidad de autoafirmarse es la necesidad de renunciar a la falsa complacencia.

Crecer espiritualmente no es decirle que sí a todo el mundo. El crecimiento espiritual no tiene nada que ver con la bobada, perdónenme la expresión, pero ser espiritual no es ser bobo, y ser tolerante no es ser bobo, la tolerancia no excluye la autoafirmación.

La autoafirmación es condición del crecimiento espiritual. Así que yo tengo que descubrir la lección, debajo del evento negativo, porque el evento negativo no es sino la apariencia, la sombra. Pero esa sombra cuando la quito abre una puerta luz, una lección que yo puedo aprender en mi vida.


Dr. Jorge Carvajal Posada

 

 


publicado por eradorada at 5:08 PM EDT
Modificado: Sunday, 25 July 2010 1:55 PM EDT
Thursday, 17 June 2010
Efectos Para la Salud de los Campos de Radio Frecuencias de 1MHZ a 10GHZ
Topic: Prevención

Miguel Jara periodista especializado en la salud, afirma que las enfermedades del siglo XXI serán las derivadas de la radiación electromagnética procedente de los campos vibratorios tecnológicos que nos rodean por doquier. En el siguiente artículo ampliamos información sobre la radiación, los efectos de las frecuencias que emiten los dispositivos informáticos y el resto de tecnocracia que compartimos asi como los estudios llevados a cabo por especialistas en varias universidades alrededor del mundo.      

“Las radiaciones electromagnéticas se dividen en dos grandes categorías dependiendo de su nivel de energía: las radiaciones ionizantes y las no ionizantes. Ejemplos de radiaciones ionizantes serían la radiactividad o los rayos X. Están admitidas como peligrosas y se gestionan con las medidas de seguridad apropiadas, por lo que ya no volveremos a tratarlas, y nos centraremos en las no ionizantes. Las radiaciones no ionizantes son las producidas por la corriente eléctrica, transmisiones de radio y televisión, y telefonía móvil (también llamadas microondas). De estas radiaciones siempre se ha dicho que no perjudicaban porque no producían efectos de calentamiento celular (los llamados “efectos térmicos”).

Esta opinión nunca ha sido unánime entre los científicos, pero recientemente se vienen produciendo una serie de hechos que han sacado el tema a debate. Lo que ya muchas investigaciones han dejado claro es que también existen “efectos no térmicos”, que hasta ahora no se han tenido en cuenta, pero que no por eso dejan de ser peligrosos. Los sistemas actuales de teléfonos móviles funcionan a frecuencias comprendidas entre 800 y 1800 MHz. Cabe que se introduzcan pronto sistemas que utilicen 2100 MHz y otras frecuencias todavía más altas. Todas ellas están dentro de una gama que va desde 1 MHz a 10 Ghz (1 Ghz = mil MHz). Durante los últimos cuarenta y cinco años se han investigado los efectos adversos para la salud de exposición a RF dentro de esos márgenes.

Se sabe que los campos de RF dentro de esa gama penetran en los tejidos expuestos y producen calor debido a la absorción de energía. La profundidad de la penetración en el tejido depende de la frecuencia del campo y es mayor para las frecuencias más bajas. Incluso niveles muy bajos de energía de RF producen pequeñas cantidades de calor, pero los normales procesos termorreguladores del organismo las eliminan. Sin embargo, las normas técnicas internacionales, que rigen la fabricación de los teléfonos móviles y la construcción de sus estaciones de base, prohíben que unos y otras produzcan cantidades de calor apreciables.

Exposición a Campos de RF de Baja Intensidad:
Aunque demasiado bajos para producir calor apreciable, se ha señalado que esos campos alteran la actividad eléctrica del cerebro de gatos y conejos debido a cambios en la movilidad del ion calcio. Este efecto también se ha señalado en células y tejidos aislados. Otros estudios han sugerido que los campos de RF modifican la tasa de proliferación de las células, alteran la actividad enzimática o afectan a los genes en el ADN de las células. Esos efectos no están comprobados, ni sus consecuencias para la salud humana se entienden lo suficientemente bien como para restringir por ello la exposición humana a los campos de RF de baja intensidad.

Así pues, los portátiles emiten la radiación directamente al aire sin ninguna clase de blindaje, ni protección, y es obvio que lo más cercano al teléfono es la cabeza del usuario que está en contacto directo con él. Los teléfonos portátiles no emiten la misma dosis de radiación cuando están a la espera, sino que llega a sus máximos picos cuando reciben o efectúan una llamada.

La radiación de microondas, entre otros fenómenos atérmicos, calienta las células de la piel y del cerebro situadas en la proximidad del foco emisor. Algunas investigaciones apuntan que pueden ser responsables de cánceres de piel y de cerebro, enfermedad de Alzheimer, cataratas, problemas nerviosos, dolor de cabeza e insomnio. Estos últimos síntomas son bien conocidos por muchos de los usuarios de teléfonos moviles.

 


 

Otra vía de influencia es a través de la producción de melatonina. La melatonina es una hormona descubierta recientemente, producida por la glándula pineal, una de cuyas funciones conocidas es la de regular los ritmos de sueño y vigilia. Una alteración en su producción conlleva desarreglos del sueño y caracteriales, tales como depresión, cansancio y, en el extremo, propensión al suicidio. Otra experiencia más, de las múltiples investigaciones realizadas en diferentes países, fue la realizada por un grupo de investigadores alemanes cuyos resultados fueron publicados en diferentes revistas, entre ellas la alemana «Test Ecológico» en su nº 9 (Septiembre de 1994).

Consiste básicamente en el registro de las ondas cerebrales de una persona (se realizó repetidamente sobre diferentes voluntarios). La persona en cuestión está, en principio, en una situación normal y sin teléfono, registrándose lógicamente unas ondas normales en su cerebro, pero en cuanto se pone en marcha el radioteléfono junto a la oreja, en el electroencefalograma aparecen unas ondas cerebrales totalmente anormales en forma de picos y curvas bruscas. Pero lo más grave del asunto viene cuando se observa que, una vez cesado el uso del teléfono, el electro no registra una vuelta a la normalidad de las ondas cerebrales, sino que siguen existiendo dichas señales completamente anormales. La duración de esta anormalidad se mantiene durante un tiempo de más de 24 horas para una sola llamada de 15 a 20 minutos de duración, es decir que, con una simple llamada al día como la indicada, y repetida durante días sucesivos, se asegura un daño continuado en el cerebro.

Las perturbaciones del electroencefalograma ya se empiezan a registrar a una distancia de noventa metros para los teléfonos portátiles más potentes y a diez metros para el teléfono portátil menos potente.

Un estudio científico realizado por uno de los centros de investigación médica más prestigiosos del mundo, el Instituto Karolinska de Estocolmo, el mismo que otorga los conocidos premios “NOBEL” confirma sin posibilidad de rebatirlo que los teléfonos móviles aumentan el riesgo de sufrir cáncer en las zonas expuestas a las microondas durante la conversación.

Los resultados de la investigación, realizada con 209 personas con cáncer de cerebro, fueron presentados el pasado mes de mayo por su coordinador el doctroa Lennart Hardell quien aseguró que el estudio es suficiente para prevenir a los usuarios sobre la conveniencia de limitar el uso de los móviles, aunque deban hacerse nuevos y mayores estudios acerca de la indidencia de los teléfonos de generación más reciente. 

 

Su equipó ya ha iniciado una nueva investigación con 1.500 pacientes cuyos resultados esperan obtenerse en el plazo de un año. No obstante, según el doctor Hardell, “está garantizado que esta nueva investigación no contradecirá la conclusión actual sobre la conveniencia de evitar la exposición”.  Hardell aconseja utilizar el teléfono móvil sólo para comunicaciones de corta duración, utilizar auriculares para reducir la exposición a las microondas y, si se usa en el coche, instalar una antena exterior.

 

El director de la investigación añade que los niños deben extremar estas precauciones pues su cerebro, en fase de desarrollo, es más sensible a las microondas que el de los adultos.
Según estudios realizados por organismos gubernamentales europeos, el ganado vacuno criado en las cercanías de instalaciones de telefonía móvil da menos leche e incluso presenta daños físicos. En tal sentido, el Ministerio del Ambiente de Baviera encargó en junio de 1998 una investigación que estableció que una torre de telefonía móvil ha hecho disminuir la producción de leche en 30 explotaciones ganaderas de la región.

Al respecto la Organización Mundial de la Salud realiza actualmente una investigación internacional para disipar las dudas que existen sobre los riesgos de contaminación electromagnética, cuyos resultados se conocerán recién en el 2002.

TRES IMPORTANTES RIESGOS SANITARIOS “DOCUMENTADOS”.

La radiación de microondas de 900 Mz- 1800Mz, está modificada en el sistema GSM por una señal pulsada con frecuencia de corte, como sierra, de 217 por segundo. Informa Dr. G. Hyland de la Universidad de Warwick Inglaterra y Universidad de Neuss-Holzheim Alemania, que se deben considerar las frecuencias de interrupción mas lentas de 8.34 por segundo, que interfieren las ondas alfa cerebrales. Los equipos con transmisión DTX tienen una frecuencia menor de 2 Hz, que si está presente en el E.E.G. de adultos es síntoma de patología neuronal y por este motivo Dr. G. Hyland recomienda que no se han de promover por exposición a estas frecuencias.

Según Dr. Neil Cherry se ha demostrado que los pulsos son peores que las ondas continuas con respecto a provocar daño celular y cáncer.

1.-) ALTERACION DE LA PERMEABILIDAD CEREBRAL:
Investigado en la antigua Rusia hace 27 años.
Investigado en los Estados Unidos hace 22 años. Pendiente de publicación.
Recientemente comprobado en la Universidad de Lund. Suecia.

2.-) ALTERACION DEL ELECTROENCEFALOGRAMA E.E.G.
Investigado por Dr. Lebrecht Von Klitzing de Lübech, Alemania hace 6 años.

3.-) ROTURA DE CROMOSOMAS.
Investigado por Dr. Henry Lai Universidad de Washington hace 6 años.

Dr. Neil Cherry de la Universidad de Lincoln, Nueva Zelanda, afirma: “No guardes el teléfono en un bolsillo próximo al pecho o en el cinturón, cerca del hígado, los riñones, la matriz o los testículos, porque la radiación de microondas puede romper los cromosomas donde quiera que estén”.

Fuente: http://www.probicosl.com/index.php?Itemid=99&id=64&option=com_content&task=view
http://microondasmicroondasmicroondas.blogspot.com/search?updated-min=2010-01-01T00%3A00%3A00-08%3A00&updated-max=2011-01-01T00%3A00%3A00-08%3A00&max-results=2


publicado por eradorada at 11:49 PM EDT
Sunday, 13 June 2010
EN EL AGUA DE MAR están todos los elementos básicos para la vida ....
Topic: El Agua

 



 

  “El agua de mar no es agua salada contaminada como la mayoría de las personas creen. El agua de mar es la sopa marina constituida por los 118 elementos de la tabla periódica, ácidos nucleicos, ADN, aminoácidos esenciales, proteínas, trazas, carbohidratos y vitaminas”

Vídeo “Agua de mar usos alternativos”

“En el agua de mar no hay tan sólo minerales: están todos los elementos básicos para la vida en la proporción correcta y en estado biodisponible. El agua de mar es un excelente nutriente y un revitalizador celular…

Esto no es nuevo. René Quinton, un fisiólogo francés de principios del siglo XX, demostró la identidad fisicoquímica entre el plasma de la sangre y el agua de mar, que llegó a utilizar como sustituto del plasma sanguíneo…

Con la aparición de los antibióticos y la farmacología convencional el plasma marino pasó a un segundo plano. Pero hay médicos y fisiólogos que lo defienden científicamente”

Laureano Domínguez 

 

 

Los beneficios del agua de mar se conocen desde hace miles de años pero en 1904 el investigador y científico francés, René Quinton dedujo que el mar es un gran plasma y que el líquido donde nadan nuestras células es análogo al agua de mar y creó toda una terapia, perfectamente documentanda, a base de plasma marino esterilizado que aplicó a animales y personas y con la que curó desnutrición, tifus, cólera y tuberculosis entre muchas otras patologías de aquella época.

A pesar de su éxito, el llamado “plasma de Quinton” desapareció de la medicina oficial después de su muerte por diferentes motivos, pero sobre todo, porque la abundancia de agua de mar en el planeta y sus grandes virtudes revitalizantes, inmunitarias y antialérgicas no son negocio en un paradigma que rentabiliza más la enfermedad que la salud.

 

“Según dedujo Quinton a principios del siglo pasado, si el agua de mar está limpia (esterilizada a través de microfiltrado en frío y no mediante elevación de su temperatura ya que esto altera sus propiedades) y cuenta con una adecuada concentración de sales (extrayéndola de zonas específicas llamadas vórtrex marinos bajo ciertas condiciones patentadas por él mismo), este plasma tendría propiedades curativas sobre los organismos vivos. Para contrastar su deducción, Quinton experimentó con animales antes de atreverse a probar el plasma en seres humanos.

Según pudo comprobar, su hipótesis era correcta, por lo que se dedicó a estableciendo varios Dispensarios Marinos dentro y fuera del territorio francés con impresionante éxito, especialmente en casos de enfermedades infantiles que hasta entonces habían sido mortales. Dichos dispensarios funcionaron hasta que la negligencia médica y el caos de la Primera y Segunda Guerras Mundiales los relegaron al olvido”
Laureano Domínguez

Afortunadamente siempre ha habido médicos y estudiosos que han mantenido vivos y en la práctica los descubrimientos de Rene Quinton.

Uno ellos es Laureano Domínguez Ruiz, escritor e investigador colombiano, cuyo trabajo se centra en la difusión de la obra del autor francés y crear dispensarios marinos en zonas de alta mortalidad infantil. Domínguez prologó el que se considera el mejor libro sobre el tema: “El Plasma de Quinton: El secreto de nuestros orígenes” de André Mahé.

El interés de este experto en el plasma se originó a raíz de un accidente y una estancia en un Centro de Tratamiento Marino fundado por médicos de la Universidad de Antioquía.

Después de una asombrosa curación propia y de los numerosos casos de los que fue testigo decidió dedicarse a esta causa y divulgar todas las posibilidades del agua de mar para la mejora del planeta y la salud de los seres humanos.

Aunque existe amplia, seria y científica bibliografía sobre el plasma y centros que lo estudian como la citada Universidad de Antioquia, la Fundación Aqua Maris o la Fundación Seawater, dedicada a la investigación y difusión de su uso en agricultura, ganadería y nutrición, es un tema hasta ahora poco conocido, como tantos otros (Tesla, Hammer, …) que pueden dar al traste con la estructura actual del Sistema.

“Hay un experimento muy famoso que llevo a cabo Alexis Carol, premio Nobel de Biología, él puso células de un corazón de pollo en un plasma que era una composición similar a la sangre, y cada día cambiaba el plasma. Las células de este corazón vivieron durante dieciséis años, y parece ser que habrían vivido más, pero murieron porque el ayudante se olvidó de cambiar el plasma en un fin de semana largo. Entonces esto demostró entre otras cosas, que las células no tienen por qué morir si cuentan con un medio adecuado. Lo cual, dicho se a de paso, corrobora el principio del naturismo de que lo primero es desintoxicar. O sea que, manejando bien estos conceptos, el agua de mar sería un elemento de primer orden, a nivel preventivo y a nivel terapéutico”
Laureano Domínguez

En esta entrevista publicada en La Contra de La Vanguardia el 10-7-2002 y reproducida por FreeNews, Laureano nos explica brevemente la historia, fundamentos, posibilidades del plasma de Quinton:

Tengo 42 años. Nací en Itangui (Antioquia, Colombia). Llevo toda la vida investigando las virtudes del agua de mar. Estoy casado y tengo dos hijos. No creo en las ideologías. Soy católico. Presido el congreso “El agua de mar como fuente de vida” (2002)

¿Me está diciendo que el agua de mar cura la desnutrición?
Sí. El agua de mar puede ser un paliativo de enfermedades de tipo cerebrocardiovasculares que se originan por una falta de aporte de oligoelementos durante la primera y segunda infancia.

¿Debo creer que un niño famélico podría recuperarse bebiendo agua de mar?
Claro, pero esto no es nuevo. René Quinton, un fisiólogo francés de principios del siglo XX, demostró la identidad fisicoquímica entre el plasma de la sangre y el agua de mar, que llegó a utilizar como sustituto del plasma sanguíneo.

¿Hacía transfusiones de agua de mar?
Sí. Comenzó haciendo transfusiones de agua de mar en perros -primero de modo parcial y luego total- en el Colegio de Francia entre 1898 y 1905, y publicó un libro con los resultados de sus investigaciones: “El agua de mar, medio orgánico”. Sus descubrimientos desembocaron en una terapia que podría salvar infinidad de vidas y Quinton se dedicó a abrir dispensarios marinos.

¿Dónde?
El primero en París, en 1907. Luego, en Montpellier, Lyon, Londres y Egipto, así como en hospitales que aplicaron su método.

¿Existe alguna documentación sobre el funcionamiento de esos dispensarios?
Hay estudios, historiales de pacientes, gráficas y fotografías de la mayoría de casos que trataron los dispensarios marinos de Quinton. Fíjese en la foto de este niño.

Está cadavérico.
Un caso de cólera infantil. Aquí están todos los datos: nueve meses, ojos en blanco, facies abdominal… “Llegado el niño en este estado, no tiene más de 24 horas de vida -escribe Quinton-. Tratamiento: inyecciones de plasma marino de 500 cc al día en dos dosis”. Y se recuperó en una semana, vea.

¿Cuál es la teoría?
En el agua de mar no hay tan sólo minerales: están todos los elementos básicos para la vida en la proporción correcta y en estado biodisponible. El agua de mar es un excelente nutriente y un revitalizador celular.

Si así fuera, ¿por qué desaparecieron aquellos dispensarios marinos?
Por el avance de nuevos fármacos convencionales. De todos modos, mi pretensión es que los científicos investiguen a fondo estos hallazgos, porque pueden ser muy útiles.

¿Y usted se ha propuesto recuperar los dispensarios marinos?
Sí. Durante cinco años me he dedicado a buscar aliados científicos y he contactado con los grupos de investigación que han seguido el tema, como la Universidad de La Laguna (Tenerife). Mis años de búsqueda culminaron en un simposio internacional en Medellín el pasado marzo. Sobre la base de sus conclusiones, se nos dio permiso para abrir siete dispensarios marinos en Colombia.

¿Con qué resultados hasta el momento?
Estudios de la facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia coordinados por el doctor Soler demuestran que la falta de aporte de oligoelementos básicos para la vida puede cubrirse con agua marina. Basándonos en esto, presentaremos una propuesta a la FAO que podría detener -gracias al uso de agua de mar- muchas muertes por hambre.

¡Nunca había oído nada igual!
Pues es así de sencillo y barato. Pero hay que tomar la precaución de filtrar el agua a través de la arena. Nuestros dispensarios ya están haciendo mucho bien, y gratis.

Ustedes, como hizo René Quinton, ¿también inyectarán a los niños agua de mar?
No, nosotros no vamos tan rápidamente. Nosotros estipulamos un mínimo de siete meses dándoles de beber tres vasitos de agua de mar al día (o sea, 500 centímetros cúbicos). Nuestros estudios dicen que estamos obteniendo -por ahora- un cien por cien de curación en casos de desnutrición severa.

Eso es mucho.
Estamos siguiendo 13.600 casos de niños colombianos desnutridos, y con ese tratamiento básico de tres vasitos de agua de mar al día restablecemos su equilibrio fisiológico, que habrá que mantener con una dieta adecuada. ¿Sabe lo que significa eso?

¿La panacea universal?
Según el último informe de la FAO, cada cuatro segundos muere un ser humano de hambre. Es ahí donde queremos ayudar con este proyecto de dispensario marino. Pero también estamos trabajando los tratamientos de agua de mar en otros campos.

¿Por ejemplo?
Con alcohólicos y toxicodependientes, y con muy buenos resultados por el momento.

Asegúreme que no entraña ningún riesgo.
El agua de mar fija y evita la proliferación de bacterias. Hemos hecho cultivos en diferentes puntos del planeta: los resultados de las analíticas siempre han sido correctos.

Aun así, estoy segura de que tiene que haber voces en contra de este sistema.
En el congreso internacional que está celebrándose ahora en Badalona tenemos a nuestro favor a médicos, bioquímicos, veterinarios, nutricionistas… Y vamos a proponer un proyecto al Ministerio de Sanidad colombiano para que las escuelas suministren a los niños tres vasitos de agua de mar al día.

Ah, pero ¿también a niños sanos?
Otro estudio de la facultad de Medicina de Antioquia demuestra que en niños aparentemente bien nutridos hay cierta falta de aporte de oligoelementos básicos, lo que más adelante podría desencadenar -por ejemplo- accidentes cerebrocardiovasculares entre los 18 y los 30 años. Y ésta, por cierto, es una de la principales causas de muerte que tienen ustedes en Europa.


 

 





www.Tu.tv

publicado por eradorada at 10:55 AM EDT
Modificado: Monday, 3 January 2011 12:42 PM EST
Monday, 31 May 2010
LAS VACUNAS por Ghislaine Lanctot
Topic: Las Vacunas

publicado por eradorada at 2:29 PM EDT
"La Enfermedad como Camino"
Topic: Libros

 

 

No hay una diversidad de enfermedades curables, sino una sola enfermedad determinante del «mal estar» del individuo. Lo que llamamos enfermedades son en realidad síntomas de esta única enfermedad. Este libro analiza el significado de las infecciones, los dolores de cabeza, los trastornos cardíacos y los quebrantos de salud más habituales. Todos los síntomas tienen un sentido profundo para la vida de la persona: nos transmiten mensajes del ámbito espiritual, y de su adecuada inter-pretación dependerá nuestra capacidad de recuperarnos. Se incluye un capítulo especial dedicado al problema del sida, así como un índice de enfermedades y una relación de las partes y los órganos del cuerpo con sus atributos psíquicos.


A continuación os transcribo el texto del artículo de manera íntegra en dos partes. (Fuente: www.dsalud.com)


La enfermedad, además de una desarmonización de nuestro ser, es el lenguaje que utiliza el cuerpo para decirnos que algo funciona mal en nuestra vida. Y así, si el problema es menos, nos lo dice con un susurro provocándonos un leve dolor. Si el problema es mayor, nos habla en voz más alta. Y si la cuestión es grave, nos "grita" haciendo el dolor insoportable. Dolor, pues, que al igual que la enfermedad es una llamada de atención que nos indica que algo no funciona bien.


El ser humano, atendiendo a la nueva concepción que lo define como una unidad de conciencia en evolución, forma parte de la Gran Conciencia Global manifestada en el Megaholograma Universal. Razón por la cual podemos también identificarlo como el Todo en potencia -recuérdese el antiguo postulado de Hermes Trismegisto, “El Todo está en la parte; la parte está en el Todo”-, un Todo que debe ir identificando paso a paso a lo largo de su interminable camino evolutivo. Desde este punto de vista, el objetivo de la evolución sería, pues, ir descubriendo la “información” codificada para integrarla y, de ese modo, ir ampliando la consciencia del ser y de su relación con el entorno. Así, la enfermedad que se hace patente a través de los síntomas representa una señal, un aviso de que hay algo que modificar. Se la conceptúa pues como el lenguaje del cuerpo para permitir al individuo introducir cambios y corregir comportamientos que le crean desarmonía.


Poder identificar las causas de las dolencias buscando su origen un poco más allá de las causas físicas asomándonos a los desequilibrios emocionales, a los pensamientos no armónicos e, incluso, a la contradicción entre lo que nos dicta nuestro interior y lo que vivimos en el exterior nos plantea una actitud nueva de autorresponsabilidad e independencia frente a nuestros procesos de cambio y crecimiento.


¿POR QUÉ ENFERMAMOS?


Cuando escuchamos por boca del médico el diagnóstico de que sufrimos tal o cual enfermedad no podemos evitar preguntarnos: ¿por qué?, ¿qué hemos hecho nosotros para que nos suceda eso? Y la respuesta casi siempre tiene el matiz de un cierto sentimiento de injusticia o, cuando menos, de incomprensión. Mucha gente cree aún que la enfermedad se produce por injerencias externas que en forma de virus o bacterias atacan el buen funcionamiento de nuestro cuerpo. Sin embargo, eso no explica por qué en la misma situación no se contagian todos los que han estado expuestos a ese ambiente contaminado. Y es que las respuestas deben ser complementadas con nuevas ideas que nos hagan encontrar razones en otros campos más sutiles que interaccionan con nuestro cuerpo físico y que conforman también nuestra personalidad, como son los aspectos emocionales y mentales.


La ciencia no duda ya de la realidad de la interacción mente-cuerpo y conoce el efecto que los estados emocionales (depresión, amor, cólera, odio, amor, generosidad, alegría, optimismo…) producen en el organismo. Sin embargo, queda aún mucho camino por recorrer hasta que se produzca un encuentro entre la Medicina tradicional y la Medicina Holística o Integral. Porque esta última defiende que la mayoría de las enfermedades físicas son el resultado de una sobrecarga de crisis emocionales, psicológicas y espirituales. Hoy, ante la aparición de los primeros síntomas, empieza la búsqueda implacable de culpables: ¿por qué ha fallado el corazón? ¿un excesivo nivel de colesterol?, ¿una vida demasiado sedentaria?, ¿un excesivo consumo de grasas o sal? ¿Por qué ese cáncer? ¿quizá el tabaco?, ¿la radiación ambiental?, ¿los genes…? Es decir, siempre se busca la razón de la enfermedad en el mundo físico. Sin embargo, en la mayoría de los casos no es ahí donde hay que buscar sino en el plano emocional y mental. De hecho, se ha comprobado que previa a la aparición del síntoma de la enfermedad hay alteraciones en esos otros niveles que han provocado finalmente la disfunción física.


La verdad es que hoy nadie pone en duda que el rencor, el odio o la depresión producen reacciones químicas en nuestro organismo, confirmación de que son nuestros pensamientos y emociones los que desencadenan el proceso -o, al menos, coadyuvan en él- que nos lleva a caer enfermos. Y son ya muchos los profesionales de la Medicina y la Psicología que afirman hoy que la causa de la enfermedad se relaciona fundamentalmente con las tensiones internas presentes en la vida de una persona. Tensiones que se podrían identificar con la culpa, el rencor, el odio, la falta de ilusión por la vida, la falta de autoestima y el miedo en todas sus manifestaciones. Factores todos ellos desencadenantes de grandes “epidemias” tanto físicas como psicológicas.


¿CUÁNDO EMPEZAMOS A PONERNOS ENFERMOS?

Desde que se produce la alteración en la mente hasta que se somatiza el conflicto en el cuerpo físico transcurre un tiempo. El cirujano norteamericano C. Norman Shealy, neurólogo y experto en tratamiento del dolor y el estrés, y coautor del libro “La creación de la salud”, identifica ocho grandes focos desencadenantes de enfermedades.


De forma resumida, son estos:


1) Cualquier tensión emocional, psicológica o espiritual no resuelta en tanto crea una contradicción entre lo que le dicta el interior y lo que la persona está viviendo en la vida.


2) La influencia de las creencias. A fin de cuentas, cada uno de nosotros estamos condicionados por una serie de creencias que nos hacen ver y vivir la realidad de modo bien distinto. Y así, mientras las actitudes positivas son favorecedoras del equilibrio y la salud, las negativas producen el debilitamiento de nuestro sistema inmunitario.


3) La incapacidad de dar y/o recibir amor. Todos tenemos necesidad de tener experiencias gratificantes y compensatorias en el terreno afectivo y, si no es así, se producen bloqueos que desembocan tarde o temprano en la temida enfermedad.


4) La falta de humor y la incapacidad de desdramatizar los sucesos de la vida cotidiana. La risa tiene un poder curativo enorme y el sentido del humor hace eliminar muchas de las tensiones que, en caso contrario, se somatizarán en el físico al “enquistarse” energéticamente.


5) La imposibilidad de elegir libremente en la vida. Y es que la necesidad de tener el control de nuestra propia vida se ha convertido en una fuente de conflictos permanente ante la dificultad que supone mantenerse libre en un mundo tan mediatizado como el nuestro.


6) La falta de cuidado de nuestro cuerpo físico. La alimentación, el ejercicio, la vida saludable, los hábitos sanos, etc., son pilares fundamentales para mantener la salud.


7) La pérdida de ilusión por la vida, la ausencia de metas y objetivos. La vorágine de vida que llevamos nos hace en ocasiones perder de vista nuestra proyección de futuro con lo que el presente carece de sentido. Es una de las principales causas de enfermedades, primero psicológicas -depresión, neurosis, etc.- y más tarde físicas.


8) La tendencia a la negación. Es decir, la incapacidad para enfrentarse a los obstáculos de la vida y de reconocer lo que en ella no funciona.


LA CONSCIENCIA


He aquí un ingrediente imprescindible dentro del proceso de desarrollo personal. La consciencia es la clave de la evolución y no es otra cosa que darse cuenta, saber el por qué de las cosas, conocerse uno mismo, identificar sus potencialidades y límites para encauzarlas hacia el progreso y el mejoramiento. Si cada persona fuera consciente de que participa en la creación de su propia realidad y de que esa realidad incluye el mantenimiento de su salud habríamos logrado un gran avance.


Claro que para completar ese camino que nos lleve a lograr la expansión de nuestra consciencia habremos de dar varios pasos fundamentales. Uno de ellos obtener la identificación del poder personal, es decir, de ese potencial que nos permite salir de cualquier situación por adversa que sea en la certeza de que somos responsables de nosotros mismos, de nuestra vida, de nuestros logros y fracasos y, ¡cómo no!, de nuestra salud. En definitiva, cada persona debe asumir la responsabilidad de su propia vida. Otro punto importante es la facultad de encontrar el aprendizaje que conlleva cada experiencia que vivimos. Porque es verdad que a veces nos encontramos inmersos en situaciones dolorosas y aparentemente injustas que, además, parece que se repiten a lo largo de nuestra vida… pero sólo si desciframos la lección que representa ese hecho y asumimos su enseñanza habremos roto el círculo vicioso. Sencillamente porque cuando se asimila una experiencia no es necesario volver a repetirla. Aunque el mayor paso consistirá en aprender a abrirse al amor, a dar y recibir la energía de mayor poder que existe en el universo, dejando que fluya en nosotros y en nuestras relaciones interpersonales.




MIRAR AL ENFERMO DE FORMA GLOBAL


Ya hemos dicho que la Medicina Holística o Integral considera al hombre como un ser en interacción constante con otros campos energéticos y no como una máquina aislada y autónoma. Por tanto, procura tratar las causas y no sólo los síntomas. El médico holístico no es ya una autoridad en materia de salud sino un amigo que establece una relación de confianza y afecto. Y que además piensa que es el enfermo y no él quien debe reestablecer su propio equilibrio.


El cuerpo y el espíritu, pues, forman junto con el entorno, el medio, un conjunto; y la enfermedad es considerada el resultado de la ausencia de armonía entre esos tres factores. El dolor no sería, en este contexto, sino una señal de alarma de esa falta de armonía. Con lo que el sufrimiento proviene simplemente de que nos olvidamos de la existencia de un Yo que no está separado del universo al que pertenece sino que es una pieza fundamental y única dentro de él.


En suma, la Medicina Holística o Integral incorpora algunos de los planteamientos tradicionales pero incorpora, desde esta nueva concepción del hombre y de la Realidad toda una serie de nuevas terapias encaminadas a reequilibrar el cuerpo físico, el energético, las emociones y la mente de la persona sin olvidar atender también su proyección transcendente.


En definitiva, cuando aparecen los primeros síntomas y el médico pronuncia su diagnóstico es importante afrontar la situación desde la realidad porque para sanar de cualquier dolencia es necesario primero reconocerla y aceptarla. No aceptarla de manera permanente o inevitable, por supuesto, sino ser conscientes de que hemos de prestarla la atención necesaria. Es decir, no se trata de obviar la enfermedad o ignorar los síntomas sino, por el contrario, asumir la desarmonía que se ha producido y buscar los medios más adecuados para resolverlo.


EL LENGUAJE DEL CUERPO


Los doctores alemanes Thorwald Dethlefsen -psicólogo- y Rudiger Dahlke -médico y psicoterapeuta- publicaron en los años ochenta un libro llamado La enfermedad como camino en el que planteaban lo que llamaron el Método de la interrogación profunda, propugnando la necesidad de establecer un diálogo con los síntomas de la enfermedad. Método que podríamos simplificar en cuatro fases. La primera sería la valoración del síntoma de forma cualitativa y subjetiva: ¿Qué es? ¿Cómo es? ¿Cómo se manifiesta? ¿Qué me hace sentir? En la segunda fase habría que centrarse en el momento en que apareció el síntoma: ¿Qué sucedió antes de que apareciera? ¿Qué estaba haciendo yo? ¿Con quién estaba? ¿Cuándo comenzó? ¿Cuáles eran mis pensamientos y sentimientos en aquel momento? ¿Cuáles eran mis miedos o frustraciones? ¿Cuáles mis fantasías o mis sueños? La tercera etapa nos plantea la necesidad de observar con atención las palabras y el tono que empleamos, los giros y las expresiones que utilizamos para verbalizar el proceso. No olvidemos que según la Programación Neurolingüística (PNL) somos animales idiomáticos y que el lenguaje personal es profundamente psicosomático. La cuarta y última fase del proceso de análisis lleva a un replanteamiento personal: ¿Qué me está impidiendo hacer este síntoma? ¿Qué me está obligando a hacer? ¿Qué estoy obteniendo gracias a él? ¿Podría obtener lo mismo sin necesidad de esta enfermedad?


Porque no podemos olvidar que hay muchas ocasiones en que la enfermedad oculta deseos de atención, manipulación de situaciones, miedos encubiertos, venganzas, problemas de infravaloración o baja autoestima, necesidad de sentirnos queridos… Innumerables razones que en cada persona encontrarán una u otra vía de expresión dependiendo de las características de su biología.


LAS INTERPRETACIONES GENÉRICAS DEL SIGNIFICADO DE LA ENFERMEDAD


Si consideramos que la enfermedad no aparece fortuitamente sino que es un indicativo de que algo necesita ser modificado en nuestro ser integral es importante que analicemos los síntomas para su posterior interpretación. Evidentemente, cada persona somatizará sus disfunciones emocionales o mentales de forma distinta y según dónde se localice la enfermedad en el cuerpo cabrá hacer una lectura u otra. Pero ello no justifica la tendencia de algunos especialistas a generalizar. Es lo que sucede cuando, por ejemplo, entienden que una persona con una afección en los ojos que le impide la visión debe ser interpretada como su negativa inconsciente a ver algo que no hace bien en la vida. O que quien tiene problemas en los pies es porque se niega a avanzar. O que quien sufre problemas digestivos es porque no puede digerir todo lo que está “tragándose” en sus relaciones con los demás. Y la crítica es comprensible porque los ejemplos anteriores suponen caer en una simplificación excesiva ya que cada persona es un complejo mundo único e irrepetible formado por su físico, sus componentes genéticos, sus energías, sus emociones y sus procesos mentales. Y al igual que no se puede extrapolar atendiendo a la interpretación de los sueños -según la vieja Psicología- que todo el que sueña con agua es porque tiene conflictos emocionales tampoco podemos guiarnos por esa serie de libros que acumulan listas de dolencias y sus correspondencias con estados psicológicos. Incluido el de los dos autores mencionados.


NUESTRAS CAPACIDADES INNATAS


La influencia de la mente sobre la materia está sobradamente demostrada. Sabemos incluso que la actitud mental, los deseos y los pensamientos de un experimentador en el laboratorio influyen en el comportamiento de las partículas de su experimento. Algo que corrobora el postulado de que todo es energía manifestándose en distintos planos vibratorios y que cualquier incidencia en uno de ellos tiene una correspondencia armónica en los demás. Pues bien, la Medicina Holística o Integral se basa en esos mismos principios y plantea que si son los problemas emocionales y psicológicos los que terminan somatizándose en el organismo y provocando las dolencias, armonizando la mente y las emociones es posible sanar el cuerpo. Es decir, que trabajando sobre los campos más sutiles se incide más fácilmente en los más densos. En cualquier caso, hay que decir que esta nueva concepción de la salud y la enfermedad no pretende sin más que el enfermo busque vías alternativas para resolver sus problemas sino que se produzca un cambio en su forma de ver la realidad, de concebir la vida.


El aprendizaje de técnicas como la relajación, la visualización, la meditación, el control mental, la introspección, etc., tienen pues como objetivo descubrir nuevas capacidades innatas en el ser humano que están casi inexploradas en estos momentos. Y, sobre todo, estas técnicas tienen un único objetivo: implicar al paciente en su propia curación, hacerle consciente de que el médico o sanador favorece la curación, ayuda y proporciona remedios pero no es quien cura realmente. De hecho, la palabra terapeuta significa acompañante, aquel que te sigue en el proceso de sanación. Premisa clave para que funcionen tanto los tratamientos tradicionales como las terapias alternativas. Si ese cambio de actitud no se produce ni la farmacopea ni la cirugía serán capaces de sanar las dolencias emocionales o psicológicas, las experiencias traumáticas del pasado o las actitudes negativas. Es siempre el propio enfermo quien debe actuar utilizando como apoyo las técnicas o terapias que considere más adecuadas para él.


¿CÓMO FUNCIONA EL SISTEMA INMUNOLÓGICO?


Son muchos los profesionales de la salud que han comprobado cómo los desequilibrios psicológicos y emocionales afectan al sistema inmunológico. De tal manera que los estados de felicidad y alegría así como las actitudes positivas producen un fortalecimiento de nuestro sistema de defensa mientras que el pesimismo, la depresión o la angustia provocan inmunosupresión, es decir, supresión de las defensas naturales del organismo. Recordemos al respecto que existen en nuestro cerebro determinadas áreas que, al ser estimuladas, generan sustancias analgésicas y estimulantes naturales muy potentes. Otro ejemplo significativo del poder de la mente lo tenemos en el efecto que los placebos tienen sobre la sanación. Cuando el enfermo cree que está recibiendo la medicación que el médico -en quien confía ciegamente- le prescribe, inconscientemente pone en marcha mecanismos que tienen efectos inmediatos sobre su cuerpo. Las estadísticas son espectaculares y alcanzan en algunos casos el 80-90% de efectividad, observándose incluso que el paciente puede llegar a sentir los efectos secundarios que normalmente produciría el medicamento que cree estar tomando, algo que demuestra que son las creencias que tiene lo que en realidad está poniendo en marcha los mecanismos para su curación. Se demuestra así que muchas veces lo más importante para el enfermo es la fe en el fármaco y la confianza en el médico


El sistema inmunológico es la base defensiva de nuestro organismo. Reacciona frente a cualquier tipo de partícula extraña al cuerpo que pudiera representar una amenaza para nuestra integridad, sea una bacteria, un virus o cualquier otro tipo de sustancia potencialmente peligrosa.


Ante la más mínima sospecha de invasión, el organismo tiene tres tipos de respuesta. Primero, la anatómica, que constituye la primera línea de defensa y está representada por la piel, las sustancias defensivas de la saliva y los jugos gástricos. Luego, si el agresor -germen o toxina- sobrepasa esa barrera, se encuentra con la segunda línea defensiva: la respuesta inflamatoria, que consiste en un aumento del calor local y una serie de cambios que procuran hacer difícil o imposible la proliferación del “enemigo” viral o bacteriano en el cuerpo. Y, por fin, si todo falla, el organismo cuenta con la respuesta inmunológica, la mas profunda y sofisticada. Respuesta que está centrada en una serie de células de la sangre altamente especializadas -los leucocitos o glóbulos blancos- que actúan en las distintas fases de la respuesta defensiva inmunológica.


La primera fase, la más directa, está representada por los macrófagos y los neutrófilos (dos tipos de leucocito), que actúan como verdaderos soldados de un ejército defensivo persiguiendo, englobando y digiriendo las partículas extrañas -virus y bacterias- con lo que en muchos casos resuelven el problema. Pero los sistemas defensivos del organismo no se limitan a esa acción básica. Una vez que los leucocitos defensivos engullen al virus, partículas de éste son depositadas desde el interior en la superficie de la célula. Partículas a las que se llaman antígenos. Esos antígenos son inmediatamente reconocidos por las células defensivas más sofisticadas de nuestro cuerpo, los linfocitos, encargados de transportar, adaptar y fabricar las sustancias defensivas o anticuerpos, destruyéndolos.


Hay dos tipos de linfocitos: los linfocitos B, responsables de las llamadas inmunoproteínas, que llevan el peso de los sistemas defensivos generales de nuestro organismo y los linfocitos T (originados por la misteriosa glándula timo y de larga vida) que producen antígenos defensivos sólo contra determinadas infecciones; es decir, son más específicos.


LA OPORTUNIDAD DE LA ENFERMEDAD


Todos sabemos que cuando se estropea el mecanismo de una máquina se encienden luces o pilotos de alarma para que tomemos las medidas oportunas para repararla. Pues bien, si aceptamos que el síntoma es una señal de alarma, una luz roja que nos avisa de que es necesario actuar para corregir una disfunción, tendremos que ponernos en marcha para solucionar el problema.


Dicho de otro modo: los síntomas de cualquier enfermedad representan una oportunidad de conocer aquellos aspectos de nuestra vida que no están bien encajados ya que toda dolencia indica que se ha producido una desarmonización en algún nivel y que nuestro cuerpo, a veces con el concurso de elementos externos, está somatizando el conflicto.


El primer paso para la curación, pues, es la aceptación de la realidad. El siguiente sería la oportunidad de hacer un trabajo interior en el que el enfermo deberá realizar un autoanálisis sincero sobre todos los aspectos de su vida a fin de intentar descubrir las desarmonías. Piénsese que cuando la luz de la consciencia ilumina los rincones oscuros de nuestra mente ya no hay marcha atrás. A partir de ese momento es importante identificar y potenciar nuestros propios recursos naturales. Y, en ese sentido, las técnicas encaminadas al control y la generación de pensamientos, el trabajo con nuestras emociones, la capacidad de crear imágenes mediante la visualización, etc., sí serán útiles por tener una incidencia directa sobre el cuerpo físico. Bien, ahora sabemos que nuestras creencias y nuestra actitud influyen en la salud; y puesto que los pensamientos y las actitudes se pueden elegir, elijamos aquellos que nos conduzcan al mantenimiento y conservación de nuestro equilibrio como seres integrales. Ya Buda decía que “somos lo que pensamos”.


TÉCNICAS PARA EL CAMBIO


Hemos de acostumbrar a nuestros pensamientos a trabajar para nosotros, no al contrario. Sabemos que el cuerpo responde a lo que la mente dicta y que a través de pensamientos, sentimientos y emociones producimos efectos fisiológicos directos en nuestro organismo. Pues bien, una de las facultades más poderosas de nuestro cerebro es la de visualizar, es decir, crear imágenes o imaginar. Y todas las personas somos capaces de visualizar aunque debido a la falta de hábito pueda en ocasiones resultar una tarea ardua. Visualizar no es otra cosa que poner imágenes a los pensamientos, es decir, lo que se conoce comúnmente como imaginar, fantasear. Una facultad del hemisferio cerebral derecho. Algo que hacemos -de manera inconsciente- cuando soñamos. Por tanto, todos somos capaces de hacerlo.


Pues bien, está ampliamente contrastado que en el ámbito de la salud la visualización es una herramienta fantástica de curación, de recuperación de la armonía perdida. Y como las técnicas son muchas, cada persona podrá elegir aquella con el que se sienta más cómoda ya que lo que cualquiera de ellas hará es estimular nuestra mente con imágenes de salud, equilibrio y armonía sabiendo que, en la medida en que seamos capaces de mantener esas imágenes el mayor tiempo posible en nuestra mente, estaremos favoreciendo en nuestro cerebro la creación de engramas (figuras que se graban a nivel neurológico gracias a la repetición). Para lo cual puede uno concentrarse en el órgano que manifiesta la enfermedad o en la zona del problema.


¿Fantasía? William Tiller, profesor de Ciencias Materiales en la Universidad de Stanford (EE.UU.), construyó un mecanismo que emitía electrones. Pues bien, en sus experimentos pudo observar que cuando se aplicaban las manos al dispositivo con intención curativa se producía una descarga mucho mayor de electrones. Más tarde constató que con la simple emisión de pensamientos a distancia también se activaban. E incluso que cuando se utilizaba la visualización se producía el mismo efecto. Tras miles de pruebas, Tiller concluyó que ha de existir una energía más allá del espectro electromagnético emitida por los seres humanos que puede activar la liberación de electrones. Energía sutil capaz de transferir información dirigida por la mente, concentrada por la intención, la atención y la visualización. Y que además puede afectar el equilibrio de carga de las membranas celulares y del ADN, y, en consecuencia, recuperar el orden electromagnético favoreciendo la salud de las células vivas.

El médico norteamericano Leonard Laskow, que retomó los experimentos de Tiller, comprobaría posteriormente en su laboratorio que con el uso de la visualización podía inducir una inhibición del crecimiento de células tumorales en cultivos del orden del 80%.


LA RESPIRACIÓN CURATIVA



Igualmente importante es saber que la respiración es vida y otra forma efectiva de inducir cambios fisiológicos para el proceso curativo. En latín se denomina spiritus a “un principio animador que da vida a los organismos físicos”; en chino, la palabra chi tiene dos acepciones: “vida” y “respiración”; para los egipcios, el símbolo del ankh representa “el aliento de la vida”; en sánscrito, se denomina prana a la “fuerza vital”.


No es casualidad. La respiración implica una carga fisiológica de energía que, cuando se concentra y se dirige adecuadamente, puede ser regulada por la mente para trasladar información a una parte del cuerpo. Por ejemplo, visualizando la entrada y salida de aire en una zona específica se observa un aporte energético extra en esa área así como una activación de los campos energéticos que rodean el cuerpo. Por eso una vez activado el órgano o la zona, éste puede reequilibrar su desorden celular.


Otro hecho comprobado es que sosteniendo la respiración en determinados momentos críticos se capta la atención del subconsciente y se produce una resonancia armónica entre la respiración y el cuerpo, lo que produce una disminución del ritmo cardíaco. En otros casos, la respiración impulsiva -inspiraciones y espiraciones breves e intensas- puede facilitar la ruptura de modelos emocionales negativos y favorecer la asimilación de la experiencia traumática. Incluso en el parto natural se recomienda la respiración para mitigar el dolor y concentrar la atención de la madre con el fin de sincronizar sus esfuerzos adecuándolos a los reflejos normales del proceso de alumbramiento.


LA IMPORTANCIA DE LA ACTITUD


Resulta curioso constatar cómo son muchas las personas que esperan de las terapias alternativas o complementarias unos resultados casi instantáneos como el que, por ejemplo, provoca un fármaco contra el dolor. Y las cosas no son así. En primer lugar, porque dependiendo de la dolencia -y, sobre todo, de la gravedad de la misma-, tendremos que utilizar una o varias técnicas terapéuticas para inducir la sanación y asegurarnos de que estamos prestando atención a todos nuestros niveles de manifestación como seres humanos (cuerpo físico, energético, emocional, mental e, incluso, espiritual). El problema es que, acostumbrados a que cuando ingerimos un medicamento éste empieza a dejar notar sus efectos de forma casi inmediata, pensamos que la visualización, la meditación o la relajación van a tener los mismos rápidos efectos. Y la cuestión es mucho más profunda. La medicina tradicional ha tendido históricamente a considerar que alguien ha sanado cuando desaparecen las causas físicas de la enfermedad. Sin embargo, para la Medicina Holística o Integral la sanación no se considera completa hasta que se han erradicado las causas psicológicas y emocionales ya que sólo así estaremos seguros de que no volverá a reproducirse la dolencia. Es decir, lo que realmente pretende es lograr un cambio profundo de la persona, de la forma en que utiliza sus pensamientos, del modo en que maneja sus emociones y de la responsabilidad hacia su propio cuerpo. Cambio de actitud que supone una verdadera transformación en la forma de enfocar la vida. Y, en ese sentido, el handicap principal no son los hábitos adquiridos sino las creencias que hay detrás de cada comportamiento.


Hoy sabemos que la vivenciación intensa de un recuerdo desencadena en el organismo a nivel físico la misma descarga hormonal -y la consiguiente emoción asociada- que cuando se produjo el hecho en el pasado. Luego siendo ello así, rememorando situaciones de felicidad, de plenitud, de gozo, de éxito… estaremos activando a nivel biológico sustancias altamente positivas para nuestra salud. Por contra, el recuerdo de momentos de fracaso, dolor, soledad o angustia provocarán que en nuestro torrente sanguíneo se distribuyan hormonas que nos sumergirán en esas mismas emociones y, como consecuencia, bajará nuestra capacidad de defensa para luchar frente a las posibles agresiones externas (infecciones, virus, bacterias, etc.).


En suma, debe entenderse que el enfoque personal de la vida adquiere una importancia vital cuando hablamos de salud ya que la naturaleza de nuestros pensamientos actúa como un filtro -a veces impermeable- que ayuda o dificulta la curación. Es decir, nuestras creencias -especialmente las más arraigadas- condicionan que un tratamiento -farmacológico o alternativo- funcione o no. Creencias que además condicionan nuestro carácter y nuestro comportamiento en la vida; y, por tanto, nuestra salud.


Pongamos un ejemplo: imagínese a una persona que, admitiendo los beneficios de la relajación, la meditación o la visualización practica alguno de ellos todos los días durante veinte o treinta minutos, visualizando su organismo sano, pletórico de energía y de vida, sintiendo que absorbe energías de mayor vibración que equilibran sus carencias, etc., pero que el resto del día sigue pensando de forma habitual, es decir, desconfiando de los demás, sintiéndose deprimido y pesimista, actuando de forma egoísta… ¿Podrá la media hora de ejercicio de refuerzo positivo contrarrestar los efectos nocivos de los pensamientos que procesa el resto del día? O, lo que es lo mismo, ¿podrá el fármaco correspondiente ayudar a defenderse al organismo de una agresión si el sistema inmunológico del cuerpo está recibiendo la información inconsciente de que esa persona está actuando en contra de su conciencia?


LA TRANSFORMACIÓN CONSCIENTE


“El gusano de seda se pasa la vida comiendo y engordando y no sabe para qué. Un día siente la necesidad de encerrarse en sí mismo y construye una celda con el producto de su esfuerzo, se aísla y no sabe para qué. Un día siente la necesidad de salir de su encierro y, al salir, cree que el mundo ha cambiado y no sabe por qué. Sin embargo, si tuviera un espejo delante sabría en ese momento todos los porqués.”

El cuento precedente es una alegoría perfecta que refleja hasta qué punto la vida es un proceso de transformación en el que todos los acontecimientos fluyen de forma permanente y de cómo cada cosa que nos sucede tiene un significado, un porqué, aunque no logremos en ese instante vislumbrarlo. Algo que corrobora fehacientemente nuestro propio cuerpo en el que cada cierto tiempo se regeneran sus células hasta el punto de que cada siete años todo el organismo es prácticamente nuevo. Ni una sola célula sobrevive a ese plazo salvo las neuronas…; o, al menos, así se creía hasta ahora porque también ese convencimiento empieza a ponerse en entredicho. Como cambian con los años nuestro carácter, nuestras formas de pensar o nuestras actitudes.


Ahora bien, hay un aspecto que nos cuesta mucho más modificar: las creencias. Algo por lo general tan profundamente arraigado en nosotros que se produce casi siempre una fuerte resistencia cuando alguien o algo las pone en cuestión. Resistencia que supone, precisamente, una de las mayores dificultades del ser humano para crecer interiormente. Y es que no somos conscientes de la tremenda programación a la que hemos sido sometidos desde que nacimos, primero por nuestros padres y luego por los maestros en la escuela, el ambiente y la sociedad en la que hemos vivido. Al punto de que las respuestas que damos ahora, como seres adultos, están completamente condicionadas por todo ese bagaje de creencias impuestas.


Creencias tan arraigadas que condicionan por completo nuestra visión de las cosas, nuestros gustos, nuestras percepciones emocionales y psicológicas, y, en suma, nuestra personalidad. Sin embargo, es sólo confrontando nuestras creencias con otras, replanteándonos lo que siempre hemos creído, como podemos avanzar, como podemos percibir otras realidades, como podemos evolucionar y crecer como personas. Única forma de poder realizar una transformación consciente. Transformación que sólo requiere una herramienta, el libre albedrío, imprescindible en el camino evolutivo y que nos faculta para elegir -en todos los ámbitos-, al margen de condicionamientos o creencias.


Y ahí radica la mayor dificultad. Porque “creer” es asumir como ciertas las informaciones recibidas por distintas vías sobre un tema para, inmediatamente, convertirse en verdades. Es decir, las creencias, en general, están exentas de lógica y suelen asentarse en el inconsciente colectivo hasta que son sustituidas por otras con mayor carga racional. En ese sentido, vienen a conformar una especie de plantillas o esquemas mentales a través de las cuales discurren nuestros pensamientos y vemos la realidad. Por eso cuando cambiamos el esquema mental, es decir, cuando modificamos la “plantilla”, cambia inmediatamente la realidad de la persona. Algo de mucha importancia en el ámbito de la salud. Porque hoy se sabe que si en lugar de creer que sufrimos procesos degenerativos creemos que nuestro cuerpo se renueva a cada instante, que hay una inteligencia innata que se ocupa de mantener la vida, que nuestras células llevan impresa la orden de supervivencia, estaremos infundiendo en nuestro cuerpo un mensaje de equilibrio y salud. Y, sobre todo, no habrá en nuestro interior miedo, la emoción más nociva de todas porque ataca directamente a esa orden de supervivencia inscrita a nivel genético de la que hablamos.


De ahí que ser conscientes de nuestros procesos físicos, emocionales y mentales redunde de inmediato en una mejoría de la salud. Así lo demostraron, entre otros, los experimentos de laboratorio realizados por el prestigioso médico Deepak Chopra en la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston y en la Asociación de Medicina Ayurvédica de Lancaster, Massachusetts, según los cuales todas las funciones supuestamente involuntarias -regidas por el inconsciente- del cuerpo, como el latido del corazón, la respiración, la digestión, la temperatura corporal, las secreciones hormonales, etc., pueden ser también reguladas conscientemente mediante la biorrealimentación, un proceso de toma de consciencia muy sencillo basado en técnicas de meditación.


Algo comprensible si tenemos en cuenta que si la energía mental coordina el orden electromagnético de la energía vital y ésta a su vez mantiene el orden a nivel celular, cuanta más coherencia haya en la emisión de pensamientos mayor será el aporte energético que recibirá nuestro cuerpo físico, lo cual redundará en beneficio de nuestra salud.


 


Por el contrario, la inconsciencia puede provocar un caos o desorden energético que a la larga terminará produciendo deterioros corporales. En cambio, una vida de participación consciente los previene. Es decir, si prestamos atención a los procesos corporales en lugar de dejar que funcionen de forma automática se producirá en ellos una mejora sustancial. Se ha observado, por ejemplo, que mediante ejercicios de respiración consciente comienzan a los pocos minutos a sincronizarse las ondas cerebrales, se aquieta el ritmo cardiaco y se equilibra la presión arterial.


Por otra parte, sabemos que nuestros sistemas más importantes son el endocrino, el inmunológico y el nervioso ya que son los principales controladores de nuestro cuerpo. Pues bien, las células inmunitarias y las glándulas endocrinas tienen los mismos receptores de señales cerebrales que las neuronas; es decir, son como una prolongación de nuestro cerebro que circula por todo el cuerpo. Lo que ha llevado a los científicos a plantearse que la consciencia ha de existir en realidad en todas las células de nuestro organismo. De hecho, ya decíamos antes que está comprobado que los estados de aflicción mental se convierten en procesos bioquímicos que crean enfermedades pero también es verdad que un estado de felicidad, alegría, ilusión u optimismo es capaz de producir automáticamente las sustancias necesarias naturales para contrarrestar la enfermedad.


A fin de cuentas, la entropía -es decir, la tendencia que tienen los sistemas complejos a desorganizarse- sólo tiene lugar -en lo que al ser humano se refiere al menos- en el mundo físico. No ocurre así en el plano mental -no hablamos del cerebro, que es un órgano físico- ya que está en un nivel vibratorio superior y no sigue esa tendencia. De ahí que pueda volver a poner en orden el caos electromagnético que produce toda enfermedad.


AMPLIANDO NUESTRA CONSCIENCIA


En suma, es preciso entender que el aprendizaje del ser humano no se completa en una determinada etapa sino que es algo consustancial y no termina nunca. En consecuencia, sólo estamos limitados por nuestro grado de consciencia, lo que implica que en la medida en que ampliemos ésta se ampliarán también nuestros propios límites.


Y es que es el desconocimiento de nosotros mismos lo que nos hace víctimas de la enfermedad, del envejecimiento y de la muerte. Por eso es tan importante revisar de manera constante todas las creencias que hemos ido acumulando a lo largo de la vida ya que a lo mejor descubrimos que pueden ser sustituidas por otras más acordes con nosotros, con la vida y con la realidad. Algo a lo que podemos acceder hoy merced a los nuevos descubrimientos de la ciencia en todos los ámbitos.


En suma, sabemos que nuestra mente es un arma de doble filo y que tanto puede destruirnos como curarnos. Sólo depende de cómo adiestremos o condicionemos nuestros pensamientos para crear patrones mentales destructivos o constructivos. Además, de la actitud con la que afrontemos nuestros problemas de salud dependerá que ello redunde en un beneficio para nuestro crecimiento como seres en evolución o que la experiencia se limite a formar parte del sufrimiento de la inconsciencia. Veamos pues la enfermedad como una oportunidad para descubrir aquellos aspectos de nuestra vida que no funcionan. Para ello sólo tenemos que escuchar a nuestro cuerpo cuando nos habla.

de la revista Discovery Salud

 


publicado por eradorada at 2:17 PM EDT

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