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La Salud Practica - Volver al listado
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Monday, 31 May 2010
LAS VACUNAS por Ghislaine Lanctot
Topic: Las Vacunas

publicado por eradorada at 2:29 PM EDT
"La Enfermedad como Camino"
Topic: Libros

 

 

No hay una diversidad de enfermedades curables, sino una sola enfermedad determinante del «mal estar» del individuo. Lo que llamamos enfermedades son en realidad síntomas de esta única enfermedad. Este libro analiza el significado de las infecciones, los dolores de cabeza, los trastornos cardíacos y los quebrantos de salud más habituales. Todos los síntomas tienen un sentido profundo para la vida de la persona: nos transmiten mensajes del ámbito espiritual, y de su adecuada inter-pretación dependerá nuestra capacidad de recuperarnos. Se incluye un capítulo especial dedicado al problema del sida, así como un índice de enfermedades y una relación de las partes y los órganos del cuerpo con sus atributos psíquicos.


A continuación os transcribo el texto del artículo de manera íntegra en dos partes. (Fuente: www.dsalud.com)


La enfermedad, además de una desarmonización de nuestro ser, es el lenguaje que utiliza el cuerpo para decirnos que algo funciona mal en nuestra vida. Y así, si el problema es menos, nos lo dice con un susurro provocándonos un leve dolor. Si el problema es mayor, nos habla en voz más alta. Y si la cuestión es grave, nos "grita" haciendo el dolor insoportable. Dolor, pues, que al igual que la enfermedad es una llamada de atención que nos indica que algo no funciona bien.


El ser humano, atendiendo a la nueva concepción que lo define como una unidad de conciencia en evolución, forma parte de la Gran Conciencia Global manifestada en el Megaholograma Universal. Razón por la cual podemos también identificarlo como el Todo en potencia -recuérdese el antiguo postulado de Hermes Trismegisto, “El Todo está en la parte; la parte está en el Todo”-, un Todo que debe ir identificando paso a paso a lo largo de su interminable camino evolutivo. Desde este punto de vista, el objetivo de la evolución sería, pues, ir descubriendo la “información” codificada para integrarla y, de ese modo, ir ampliando la consciencia del ser y de su relación con el entorno. Así, la enfermedad que se hace patente a través de los síntomas representa una señal, un aviso de que hay algo que modificar. Se la conceptúa pues como el lenguaje del cuerpo para permitir al individuo introducir cambios y corregir comportamientos que le crean desarmonía.


Poder identificar las causas de las dolencias buscando su origen un poco más allá de las causas físicas asomándonos a los desequilibrios emocionales, a los pensamientos no armónicos e, incluso, a la contradicción entre lo que nos dicta nuestro interior y lo que vivimos en el exterior nos plantea una actitud nueva de autorresponsabilidad e independencia frente a nuestros procesos de cambio y crecimiento.


¿POR QUÉ ENFERMAMOS?


Cuando escuchamos por boca del médico el diagnóstico de que sufrimos tal o cual enfermedad no podemos evitar preguntarnos: ¿por qué?, ¿qué hemos hecho nosotros para que nos suceda eso? Y la respuesta casi siempre tiene el matiz de un cierto sentimiento de injusticia o, cuando menos, de incomprensión. Mucha gente cree aún que la enfermedad se produce por injerencias externas que en forma de virus o bacterias atacan el buen funcionamiento de nuestro cuerpo. Sin embargo, eso no explica por qué en la misma situación no se contagian todos los que han estado expuestos a ese ambiente contaminado. Y es que las respuestas deben ser complementadas con nuevas ideas que nos hagan encontrar razones en otros campos más sutiles que interaccionan con nuestro cuerpo físico y que conforman también nuestra personalidad, como son los aspectos emocionales y mentales.


La ciencia no duda ya de la realidad de la interacción mente-cuerpo y conoce el efecto que los estados emocionales (depresión, amor, cólera, odio, amor, generosidad, alegría, optimismo…) producen en el organismo. Sin embargo, queda aún mucho camino por recorrer hasta que se produzca un encuentro entre la Medicina tradicional y la Medicina Holística o Integral. Porque esta última defiende que la mayoría de las enfermedades físicas son el resultado de una sobrecarga de crisis emocionales, psicológicas y espirituales. Hoy, ante la aparición de los primeros síntomas, empieza la búsqueda implacable de culpables: ¿por qué ha fallado el corazón? ¿un excesivo nivel de colesterol?, ¿una vida demasiado sedentaria?, ¿un excesivo consumo de grasas o sal? ¿Por qué ese cáncer? ¿quizá el tabaco?, ¿la radiación ambiental?, ¿los genes…? Es decir, siempre se busca la razón de la enfermedad en el mundo físico. Sin embargo, en la mayoría de los casos no es ahí donde hay que buscar sino en el plano emocional y mental. De hecho, se ha comprobado que previa a la aparición del síntoma de la enfermedad hay alteraciones en esos otros niveles que han provocado finalmente la disfunción física.


La verdad es que hoy nadie pone en duda que el rencor, el odio o la depresión producen reacciones químicas en nuestro organismo, confirmación de que son nuestros pensamientos y emociones los que desencadenan el proceso -o, al menos, coadyuvan en él- que nos lleva a caer enfermos. Y son ya muchos los profesionales de la Medicina y la Psicología que afirman hoy que la causa de la enfermedad se relaciona fundamentalmente con las tensiones internas presentes en la vida de una persona. Tensiones que se podrían identificar con la culpa, el rencor, el odio, la falta de ilusión por la vida, la falta de autoestima y el miedo en todas sus manifestaciones. Factores todos ellos desencadenantes de grandes “epidemias” tanto físicas como psicológicas.


¿CUÁNDO EMPEZAMOS A PONERNOS ENFERMOS?

Desde que se produce la alteración en la mente hasta que se somatiza el conflicto en el cuerpo físico transcurre un tiempo. El cirujano norteamericano C. Norman Shealy, neurólogo y experto en tratamiento del dolor y el estrés, y coautor del libro “La creación de la salud”, identifica ocho grandes focos desencadenantes de enfermedades.


De forma resumida, son estos:


1) Cualquier tensión emocional, psicológica o espiritual no resuelta en tanto crea una contradicción entre lo que le dicta el interior y lo que la persona está viviendo en la vida.


2) La influencia de las creencias. A fin de cuentas, cada uno de nosotros estamos condicionados por una serie de creencias que nos hacen ver y vivir la realidad de modo bien distinto. Y así, mientras las actitudes positivas son favorecedoras del equilibrio y la salud, las negativas producen el debilitamiento de nuestro sistema inmunitario.


3) La incapacidad de dar y/o recibir amor. Todos tenemos necesidad de tener experiencias gratificantes y compensatorias en el terreno afectivo y, si no es así, se producen bloqueos que desembocan tarde o temprano en la temida enfermedad.


4) La falta de humor y la incapacidad de desdramatizar los sucesos de la vida cotidiana. La risa tiene un poder curativo enorme y el sentido del humor hace eliminar muchas de las tensiones que, en caso contrario, se somatizarán en el físico al “enquistarse” energéticamente.


5) La imposibilidad de elegir libremente en la vida. Y es que la necesidad de tener el control de nuestra propia vida se ha convertido en una fuente de conflictos permanente ante la dificultad que supone mantenerse libre en un mundo tan mediatizado como el nuestro.


6) La falta de cuidado de nuestro cuerpo físico. La alimentación, el ejercicio, la vida saludable, los hábitos sanos, etc., son pilares fundamentales para mantener la salud.


7) La pérdida de ilusión por la vida, la ausencia de metas y objetivos. La vorágine de vida que llevamos nos hace en ocasiones perder de vista nuestra proyección de futuro con lo que el presente carece de sentido. Es una de las principales causas de enfermedades, primero psicológicas -depresión, neurosis, etc.- y más tarde físicas.


8) La tendencia a la negación. Es decir, la incapacidad para enfrentarse a los obstáculos de la vida y de reconocer lo que en ella no funciona.


LA CONSCIENCIA


He aquí un ingrediente imprescindible dentro del proceso de desarrollo personal. La consciencia es la clave de la evolución y no es otra cosa que darse cuenta, saber el por qué de las cosas, conocerse uno mismo, identificar sus potencialidades y límites para encauzarlas hacia el progreso y el mejoramiento. Si cada persona fuera consciente de que participa en la creación de su propia realidad y de que esa realidad incluye el mantenimiento de su salud habríamos logrado un gran avance.


Claro que para completar ese camino que nos lleve a lograr la expansión de nuestra consciencia habremos de dar varios pasos fundamentales. Uno de ellos obtener la identificación del poder personal, es decir, de ese potencial que nos permite salir de cualquier situación por adversa que sea en la certeza de que somos responsables de nosotros mismos, de nuestra vida, de nuestros logros y fracasos y, ¡cómo no!, de nuestra salud. En definitiva, cada persona debe asumir la responsabilidad de su propia vida. Otro punto importante es la facultad de encontrar el aprendizaje que conlleva cada experiencia que vivimos. Porque es verdad que a veces nos encontramos inmersos en situaciones dolorosas y aparentemente injustas que, además, parece que se repiten a lo largo de nuestra vida… pero sólo si desciframos la lección que representa ese hecho y asumimos su enseñanza habremos roto el círculo vicioso. Sencillamente porque cuando se asimila una experiencia no es necesario volver a repetirla. Aunque el mayor paso consistirá en aprender a abrirse al amor, a dar y recibir la energía de mayor poder que existe en el universo, dejando que fluya en nosotros y en nuestras relaciones interpersonales.




MIRAR AL ENFERMO DE FORMA GLOBAL


Ya hemos dicho que la Medicina Holística o Integral considera al hombre como un ser en interacción constante con otros campos energéticos y no como una máquina aislada y autónoma. Por tanto, procura tratar las causas y no sólo los síntomas. El médico holístico no es ya una autoridad en materia de salud sino un amigo que establece una relación de confianza y afecto. Y que además piensa que es el enfermo y no él quien debe reestablecer su propio equilibrio.


El cuerpo y el espíritu, pues, forman junto con el entorno, el medio, un conjunto; y la enfermedad es considerada el resultado de la ausencia de armonía entre esos tres factores. El dolor no sería, en este contexto, sino una señal de alarma de esa falta de armonía. Con lo que el sufrimiento proviene simplemente de que nos olvidamos de la existencia de un Yo que no está separado del universo al que pertenece sino que es una pieza fundamental y única dentro de él.


En suma, la Medicina Holística o Integral incorpora algunos de los planteamientos tradicionales pero incorpora, desde esta nueva concepción del hombre y de la Realidad toda una serie de nuevas terapias encaminadas a reequilibrar el cuerpo físico, el energético, las emociones y la mente de la persona sin olvidar atender también su proyección transcendente.


En definitiva, cuando aparecen los primeros síntomas y el médico pronuncia su diagnóstico es importante afrontar la situación desde la realidad porque para sanar de cualquier dolencia es necesario primero reconocerla y aceptarla. No aceptarla de manera permanente o inevitable, por supuesto, sino ser conscientes de que hemos de prestarla la atención necesaria. Es decir, no se trata de obviar la enfermedad o ignorar los síntomas sino, por el contrario, asumir la desarmonía que se ha producido y buscar los medios más adecuados para resolverlo.


EL LENGUAJE DEL CUERPO


Los doctores alemanes Thorwald Dethlefsen -psicólogo- y Rudiger Dahlke -médico y psicoterapeuta- publicaron en los años ochenta un libro llamado La enfermedad como camino en el que planteaban lo que llamaron el Método de la interrogación profunda, propugnando la necesidad de establecer un diálogo con los síntomas de la enfermedad. Método que podríamos simplificar en cuatro fases. La primera sería la valoración del síntoma de forma cualitativa y subjetiva: ¿Qué es? ¿Cómo es? ¿Cómo se manifiesta? ¿Qué me hace sentir? En la segunda fase habría que centrarse en el momento en que apareció el síntoma: ¿Qué sucedió antes de que apareciera? ¿Qué estaba haciendo yo? ¿Con quién estaba? ¿Cuándo comenzó? ¿Cuáles eran mis pensamientos y sentimientos en aquel momento? ¿Cuáles eran mis miedos o frustraciones? ¿Cuáles mis fantasías o mis sueños? La tercera etapa nos plantea la necesidad de observar con atención las palabras y el tono que empleamos, los giros y las expresiones que utilizamos para verbalizar el proceso. No olvidemos que según la Programación Neurolingüística (PNL) somos animales idiomáticos y que el lenguaje personal es profundamente psicosomático. La cuarta y última fase del proceso de análisis lleva a un replanteamiento personal: ¿Qué me está impidiendo hacer este síntoma? ¿Qué me está obligando a hacer? ¿Qué estoy obteniendo gracias a él? ¿Podría obtener lo mismo sin necesidad de esta enfermedad?


Porque no podemos olvidar que hay muchas ocasiones en que la enfermedad oculta deseos de atención, manipulación de situaciones, miedos encubiertos, venganzas, problemas de infravaloración o baja autoestima, necesidad de sentirnos queridos… Innumerables razones que en cada persona encontrarán una u otra vía de expresión dependiendo de las características de su biología.


LAS INTERPRETACIONES GENÉRICAS DEL SIGNIFICADO DE LA ENFERMEDAD


Si consideramos que la enfermedad no aparece fortuitamente sino que es un indicativo de que algo necesita ser modificado en nuestro ser integral es importante que analicemos los síntomas para su posterior interpretación. Evidentemente, cada persona somatizará sus disfunciones emocionales o mentales de forma distinta y según dónde se localice la enfermedad en el cuerpo cabrá hacer una lectura u otra. Pero ello no justifica la tendencia de algunos especialistas a generalizar. Es lo que sucede cuando, por ejemplo, entienden que una persona con una afección en los ojos que le impide la visión debe ser interpretada como su negativa inconsciente a ver algo que no hace bien en la vida. O que quien tiene problemas en los pies es porque se niega a avanzar. O que quien sufre problemas digestivos es porque no puede digerir todo lo que está “tragándose” en sus relaciones con los demás. Y la crítica es comprensible porque los ejemplos anteriores suponen caer en una simplificación excesiva ya que cada persona es un complejo mundo único e irrepetible formado por su físico, sus componentes genéticos, sus energías, sus emociones y sus procesos mentales. Y al igual que no se puede extrapolar atendiendo a la interpretación de los sueños -según la vieja Psicología- que todo el que sueña con agua es porque tiene conflictos emocionales tampoco podemos guiarnos por esa serie de libros que acumulan listas de dolencias y sus correspondencias con estados psicológicos. Incluido el de los dos autores mencionados.


NUESTRAS CAPACIDADES INNATAS


La influencia de la mente sobre la materia está sobradamente demostrada. Sabemos incluso que la actitud mental, los deseos y los pensamientos de un experimentador en el laboratorio influyen en el comportamiento de las partículas de su experimento. Algo que corrobora el postulado de que todo es energía manifestándose en distintos planos vibratorios y que cualquier incidencia en uno de ellos tiene una correspondencia armónica en los demás. Pues bien, la Medicina Holística o Integral se basa en esos mismos principios y plantea que si son los problemas emocionales y psicológicos los que terminan somatizándose en el organismo y provocando las dolencias, armonizando la mente y las emociones es posible sanar el cuerpo. Es decir, que trabajando sobre los campos más sutiles se incide más fácilmente en los más densos. En cualquier caso, hay que decir que esta nueva concepción de la salud y la enfermedad no pretende sin más que el enfermo busque vías alternativas para resolver sus problemas sino que se produzca un cambio en su forma de ver la realidad, de concebir la vida.


El aprendizaje de técnicas como la relajación, la visualización, la meditación, el control mental, la introspección, etc., tienen pues como objetivo descubrir nuevas capacidades innatas en el ser humano que están casi inexploradas en estos momentos. Y, sobre todo, estas técnicas tienen un único objetivo: implicar al paciente en su propia curación, hacerle consciente de que el médico o sanador favorece la curación, ayuda y proporciona remedios pero no es quien cura realmente. De hecho, la palabra terapeuta significa acompañante, aquel que te sigue en el proceso de sanación. Premisa clave para que funcionen tanto los tratamientos tradicionales como las terapias alternativas. Si ese cambio de actitud no se produce ni la farmacopea ni la cirugía serán capaces de sanar las dolencias emocionales o psicológicas, las experiencias traumáticas del pasado o las actitudes negativas. Es siempre el propio enfermo quien debe actuar utilizando como apoyo las técnicas o terapias que considere más adecuadas para él.


¿CÓMO FUNCIONA EL SISTEMA INMUNOLÓGICO?


Son muchos los profesionales de la salud que han comprobado cómo los desequilibrios psicológicos y emocionales afectan al sistema inmunológico. De tal manera que los estados de felicidad y alegría así como las actitudes positivas producen un fortalecimiento de nuestro sistema de defensa mientras que el pesimismo, la depresión o la angustia provocan inmunosupresión, es decir, supresión de las defensas naturales del organismo. Recordemos al respecto que existen en nuestro cerebro determinadas áreas que, al ser estimuladas, generan sustancias analgésicas y estimulantes naturales muy potentes. Otro ejemplo significativo del poder de la mente lo tenemos en el efecto que los placebos tienen sobre la sanación. Cuando el enfermo cree que está recibiendo la medicación que el médico -en quien confía ciegamente- le prescribe, inconscientemente pone en marcha mecanismos que tienen efectos inmediatos sobre su cuerpo. Las estadísticas son espectaculares y alcanzan en algunos casos el 80-90% de efectividad, observándose incluso que el paciente puede llegar a sentir los efectos secundarios que normalmente produciría el medicamento que cree estar tomando, algo que demuestra que son las creencias que tiene lo que en realidad está poniendo en marcha los mecanismos para su curación. Se demuestra así que muchas veces lo más importante para el enfermo es la fe en el fármaco y la confianza en el médico


El sistema inmunológico es la base defensiva de nuestro organismo. Reacciona frente a cualquier tipo de partícula extraña al cuerpo que pudiera representar una amenaza para nuestra integridad, sea una bacteria, un virus o cualquier otro tipo de sustancia potencialmente peligrosa.


Ante la más mínima sospecha de invasión, el organismo tiene tres tipos de respuesta. Primero, la anatómica, que constituye la primera línea de defensa y está representada por la piel, las sustancias defensivas de la saliva y los jugos gástricos. Luego, si el agresor -germen o toxina- sobrepasa esa barrera, se encuentra con la segunda línea defensiva: la respuesta inflamatoria, que consiste en un aumento del calor local y una serie de cambios que procuran hacer difícil o imposible la proliferación del “enemigo” viral o bacteriano en el cuerpo. Y, por fin, si todo falla, el organismo cuenta con la respuesta inmunológica, la mas profunda y sofisticada. Respuesta que está centrada en una serie de células de la sangre altamente especializadas -los leucocitos o glóbulos blancos- que actúan en las distintas fases de la respuesta defensiva inmunológica.


La primera fase, la más directa, está representada por los macrófagos y los neutrófilos (dos tipos de leucocito), que actúan como verdaderos soldados de un ejército defensivo persiguiendo, englobando y digiriendo las partículas extrañas -virus y bacterias- con lo que en muchos casos resuelven el problema. Pero los sistemas defensivos del organismo no se limitan a esa acción básica. Una vez que los leucocitos defensivos engullen al virus, partículas de éste son depositadas desde el interior en la superficie de la célula. Partículas a las que se llaman antígenos. Esos antígenos son inmediatamente reconocidos por las células defensivas más sofisticadas de nuestro cuerpo, los linfocitos, encargados de transportar, adaptar y fabricar las sustancias defensivas o anticuerpos, destruyéndolos.


Hay dos tipos de linfocitos: los linfocitos B, responsables de las llamadas inmunoproteínas, que llevan el peso de los sistemas defensivos generales de nuestro organismo y los linfocitos T (originados por la misteriosa glándula timo y de larga vida) que producen antígenos defensivos sólo contra determinadas infecciones; es decir, son más específicos.


LA OPORTUNIDAD DE LA ENFERMEDAD


Todos sabemos que cuando se estropea el mecanismo de una máquina se encienden luces o pilotos de alarma para que tomemos las medidas oportunas para repararla. Pues bien, si aceptamos que el síntoma es una señal de alarma, una luz roja que nos avisa de que es necesario actuar para corregir una disfunción, tendremos que ponernos en marcha para solucionar el problema.


Dicho de otro modo: los síntomas de cualquier enfermedad representan una oportunidad de conocer aquellos aspectos de nuestra vida que no están bien encajados ya que toda dolencia indica que se ha producido una desarmonización en algún nivel y que nuestro cuerpo, a veces con el concurso de elementos externos, está somatizando el conflicto.


El primer paso para la curación, pues, es la aceptación de la realidad. El siguiente sería la oportunidad de hacer un trabajo interior en el que el enfermo deberá realizar un autoanálisis sincero sobre todos los aspectos de su vida a fin de intentar descubrir las desarmonías. Piénsese que cuando la luz de la consciencia ilumina los rincones oscuros de nuestra mente ya no hay marcha atrás. A partir de ese momento es importante identificar y potenciar nuestros propios recursos naturales. Y, en ese sentido, las técnicas encaminadas al control y la generación de pensamientos, el trabajo con nuestras emociones, la capacidad de crear imágenes mediante la visualización, etc., sí serán útiles por tener una incidencia directa sobre el cuerpo físico. Bien, ahora sabemos que nuestras creencias y nuestra actitud influyen en la salud; y puesto que los pensamientos y las actitudes se pueden elegir, elijamos aquellos que nos conduzcan al mantenimiento y conservación de nuestro equilibrio como seres integrales. Ya Buda decía que “somos lo que pensamos”.


TÉCNICAS PARA EL CAMBIO


Hemos de acostumbrar a nuestros pensamientos a trabajar para nosotros, no al contrario. Sabemos que el cuerpo responde a lo que la mente dicta y que a través de pensamientos, sentimientos y emociones producimos efectos fisiológicos directos en nuestro organismo. Pues bien, una de las facultades más poderosas de nuestro cerebro es la de visualizar, es decir, crear imágenes o imaginar. Y todas las personas somos capaces de visualizar aunque debido a la falta de hábito pueda en ocasiones resultar una tarea ardua. Visualizar no es otra cosa que poner imágenes a los pensamientos, es decir, lo que se conoce comúnmente como imaginar, fantasear. Una facultad del hemisferio cerebral derecho. Algo que hacemos -de manera inconsciente- cuando soñamos. Por tanto, todos somos capaces de hacerlo.


Pues bien, está ampliamente contrastado que en el ámbito de la salud la visualización es una herramienta fantástica de curación, de recuperación de la armonía perdida. Y como las técnicas son muchas, cada persona podrá elegir aquella con el que se sienta más cómoda ya que lo que cualquiera de ellas hará es estimular nuestra mente con imágenes de salud, equilibrio y armonía sabiendo que, en la medida en que seamos capaces de mantener esas imágenes el mayor tiempo posible en nuestra mente, estaremos favoreciendo en nuestro cerebro la creación de engramas (figuras que se graban a nivel neurológico gracias a la repetición). Para lo cual puede uno concentrarse en el órgano que manifiesta la enfermedad o en la zona del problema.


¿Fantasía? William Tiller, profesor de Ciencias Materiales en la Universidad de Stanford (EE.UU.), construyó un mecanismo que emitía electrones. Pues bien, en sus experimentos pudo observar que cuando se aplicaban las manos al dispositivo con intención curativa se producía una descarga mucho mayor de electrones. Más tarde constató que con la simple emisión de pensamientos a distancia también se activaban. E incluso que cuando se utilizaba la visualización se producía el mismo efecto. Tras miles de pruebas, Tiller concluyó que ha de existir una energía más allá del espectro electromagnético emitida por los seres humanos que puede activar la liberación de electrones. Energía sutil capaz de transferir información dirigida por la mente, concentrada por la intención, la atención y la visualización. Y que además puede afectar el equilibrio de carga de las membranas celulares y del ADN, y, en consecuencia, recuperar el orden electromagnético favoreciendo la salud de las células vivas.

El médico norteamericano Leonard Laskow, que retomó los experimentos de Tiller, comprobaría posteriormente en su laboratorio que con el uso de la visualización podía inducir una inhibición del crecimiento de células tumorales en cultivos del orden del 80%.


LA RESPIRACIÓN CURATIVA



Igualmente importante es saber que la respiración es vida y otra forma efectiva de inducir cambios fisiológicos para el proceso curativo. En latín se denomina spiritus a “un principio animador que da vida a los organismos físicos”; en chino, la palabra chi tiene dos acepciones: “vida” y “respiración”; para los egipcios, el símbolo del ankh representa “el aliento de la vida”; en sánscrito, se denomina prana a la “fuerza vital”.


No es casualidad. La respiración implica una carga fisiológica de energía que, cuando se concentra y se dirige adecuadamente, puede ser regulada por la mente para trasladar información a una parte del cuerpo. Por ejemplo, visualizando la entrada y salida de aire en una zona específica se observa un aporte energético extra en esa área así como una activación de los campos energéticos que rodean el cuerpo. Por eso una vez activado el órgano o la zona, éste puede reequilibrar su desorden celular.


Otro hecho comprobado es que sosteniendo la respiración en determinados momentos críticos se capta la atención del subconsciente y se produce una resonancia armónica entre la respiración y el cuerpo, lo que produce una disminución del ritmo cardíaco. En otros casos, la respiración impulsiva -inspiraciones y espiraciones breves e intensas- puede facilitar la ruptura de modelos emocionales negativos y favorecer la asimilación de la experiencia traumática. Incluso en el parto natural se recomienda la respiración para mitigar el dolor y concentrar la atención de la madre con el fin de sincronizar sus esfuerzos adecuándolos a los reflejos normales del proceso de alumbramiento.


LA IMPORTANCIA DE LA ACTITUD


Resulta curioso constatar cómo son muchas las personas que esperan de las terapias alternativas o complementarias unos resultados casi instantáneos como el que, por ejemplo, provoca un fármaco contra el dolor. Y las cosas no son así. En primer lugar, porque dependiendo de la dolencia -y, sobre todo, de la gravedad de la misma-, tendremos que utilizar una o varias técnicas terapéuticas para inducir la sanación y asegurarnos de que estamos prestando atención a todos nuestros niveles de manifestación como seres humanos (cuerpo físico, energético, emocional, mental e, incluso, espiritual). El problema es que, acostumbrados a que cuando ingerimos un medicamento éste empieza a dejar notar sus efectos de forma casi inmediata, pensamos que la visualización, la meditación o la relajación van a tener los mismos rápidos efectos. Y la cuestión es mucho más profunda. La medicina tradicional ha tendido históricamente a considerar que alguien ha sanado cuando desaparecen las causas físicas de la enfermedad. Sin embargo, para la Medicina Holística o Integral la sanación no se considera completa hasta que se han erradicado las causas psicológicas y emocionales ya que sólo así estaremos seguros de que no volverá a reproducirse la dolencia. Es decir, lo que realmente pretende es lograr un cambio profundo de la persona, de la forma en que utiliza sus pensamientos, del modo en que maneja sus emociones y de la responsabilidad hacia su propio cuerpo. Cambio de actitud que supone una verdadera transformación en la forma de enfocar la vida. Y, en ese sentido, el handicap principal no son los hábitos adquiridos sino las creencias que hay detrás de cada comportamiento.


Hoy sabemos que la vivenciación intensa de un recuerdo desencadena en el organismo a nivel físico la misma descarga hormonal -y la consiguiente emoción asociada- que cuando se produjo el hecho en el pasado. Luego siendo ello así, rememorando situaciones de felicidad, de plenitud, de gozo, de éxito… estaremos activando a nivel biológico sustancias altamente positivas para nuestra salud. Por contra, el recuerdo de momentos de fracaso, dolor, soledad o angustia provocarán que en nuestro torrente sanguíneo se distribuyan hormonas que nos sumergirán en esas mismas emociones y, como consecuencia, bajará nuestra capacidad de defensa para luchar frente a las posibles agresiones externas (infecciones, virus, bacterias, etc.).


En suma, debe entenderse que el enfoque personal de la vida adquiere una importancia vital cuando hablamos de salud ya que la naturaleza de nuestros pensamientos actúa como un filtro -a veces impermeable- que ayuda o dificulta la curación. Es decir, nuestras creencias -especialmente las más arraigadas- condicionan que un tratamiento -farmacológico o alternativo- funcione o no. Creencias que además condicionan nuestro carácter y nuestro comportamiento en la vida; y, por tanto, nuestra salud.


Pongamos un ejemplo: imagínese a una persona que, admitiendo los beneficios de la relajación, la meditación o la visualización practica alguno de ellos todos los días durante veinte o treinta minutos, visualizando su organismo sano, pletórico de energía y de vida, sintiendo que absorbe energías de mayor vibración que equilibran sus carencias, etc., pero que el resto del día sigue pensando de forma habitual, es decir, desconfiando de los demás, sintiéndose deprimido y pesimista, actuando de forma egoísta… ¿Podrá la media hora de ejercicio de refuerzo positivo contrarrestar los efectos nocivos de los pensamientos que procesa el resto del día? O, lo que es lo mismo, ¿podrá el fármaco correspondiente ayudar a defenderse al organismo de una agresión si el sistema inmunológico del cuerpo está recibiendo la información inconsciente de que esa persona está actuando en contra de su conciencia?


LA TRANSFORMACIÓN CONSCIENTE


“El gusano de seda se pasa la vida comiendo y engordando y no sabe para qué. Un día siente la necesidad de encerrarse en sí mismo y construye una celda con el producto de su esfuerzo, se aísla y no sabe para qué. Un día siente la necesidad de salir de su encierro y, al salir, cree que el mundo ha cambiado y no sabe por qué. Sin embargo, si tuviera un espejo delante sabría en ese momento todos los porqués.”

El cuento precedente es una alegoría perfecta que refleja hasta qué punto la vida es un proceso de transformación en el que todos los acontecimientos fluyen de forma permanente y de cómo cada cosa que nos sucede tiene un significado, un porqué, aunque no logremos en ese instante vislumbrarlo. Algo que corrobora fehacientemente nuestro propio cuerpo en el que cada cierto tiempo se regeneran sus células hasta el punto de que cada siete años todo el organismo es prácticamente nuevo. Ni una sola célula sobrevive a ese plazo salvo las neuronas…; o, al menos, así se creía hasta ahora porque también ese convencimiento empieza a ponerse en entredicho. Como cambian con los años nuestro carácter, nuestras formas de pensar o nuestras actitudes.


Ahora bien, hay un aspecto que nos cuesta mucho más modificar: las creencias. Algo por lo general tan profundamente arraigado en nosotros que se produce casi siempre una fuerte resistencia cuando alguien o algo las pone en cuestión. Resistencia que supone, precisamente, una de las mayores dificultades del ser humano para crecer interiormente. Y es que no somos conscientes de la tremenda programación a la que hemos sido sometidos desde que nacimos, primero por nuestros padres y luego por los maestros en la escuela, el ambiente y la sociedad en la que hemos vivido. Al punto de que las respuestas que damos ahora, como seres adultos, están completamente condicionadas por todo ese bagaje de creencias impuestas.


Creencias tan arraigadas que condicionan por completo nuestra visión de las cosas, nuestros gustos, nuestras percepciones emocionales y psicológicas, y, en suma, nuestra personalidad. Sin embargo, es sólo confrontando nuestras creencias con otras, replanteándonos lo que siempre hemos creído, como podemos avanzar, como podemos percibir otras realidades, como podemos evolucionar y crecer como personas. Única forma de poder realizar una transformación consciente. Transformación que sólo requiere una herramienta, el libre albedrío, imprescindible en el camino evolutivo y que nos faculta para elegir -en todos los ámbitos-, al margen de condicionamientos o creencias.


Y ahí radica la mayor dificultad. Porque “creer” es asumir como ciertas las informaciones recibidas por distintas vías sobre un tema para, inmediatamente, convertirse en verdades. Es decir, las creencias, en general, están exentas de lógica y suelen asentarse en el inconsciente colectivo hasta que son sustituidas por otras con mayor carga racional. En ese sentido, vienen a conformar una especie de plantillas o esquemas mentales a través de las cuales discurren nuestros pensamientos y vemos la realidad. Por eso cuando cambiamos el esquema mental, es decir, cuando modificamos la “plantilla”, cambia inmediatamente la realidad de la persona. Algo de mucha importancia en el ámbito de la salud. Porque hoy se sabe que si en lugar de creer que sufrimos procesos degenerativos creemos que nuestro cuerpo se renueva a cada instante, que hay una inteligencia innata que se ocupa de mantener la vida, que nuestras células llevan impresa la orden de supervivencia, estaremos infundiendo en nuestro cuerpo un mensaje de equilibrio y salud. Y, sobre todo, no habrá en nuestro interior miedo, la emoción más nociva de todas porque ataca directamente a esa orden de supervivencia inscrita a nivel genético de la que hablamos.


De ahí que ser conscientes de nuestros procesos físicos, emocionales y mentales redunde de inmediato en una mejoría de la salud. Así lo demostraron, entre otros, los experimentos de laboratorio realizados por el prestigioso médico Deepak Chopra en la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston y en la Asociación de Medicina Ayurvédica de Lancaster, Massachusetts, según los cuales todas las funciones supuestamente involuntarias -regidas por el inconsciente- del cuerpo, como el latido del corazón, la respiración, la digestión, la temperatura corporal, las secreciones hormonales, etc., pueden ser también reguladas conscientemente mediante la biorrealimentación, un proceso de toma de consciencia muy sencillo basado en técnicas de meditación.


Algo comprensible si tenemos en cuenta que si la energía mental coordina el orden electromagnético de la energía vital y ésta a su vez mantiene el orden a nivel celular, cuanta más coherencia haya en la emisión de pensamientos mayor será el aporte energético que recibirá nuestro cuerpo físico, lo cual redundará en beneficio de nuestra salud.


 


Por el contrario, la inconsciencia puede provocar un caos o desorden energético que a la larga terminará produciendo deterioros corporales. En cambio, una vida de participación consciente los previene. Es decir, si prestamos atención a los procesos corporales en lugar de dejar que funcionen de forma automática se producirá en ellos una mejora sustancial. Se ha observado, por ejemplo, que mediante ejercicios de respiración consciente comienzan a los pocos minutos a sincronizarse las ondas cerebrales, se aquieta el ritmo cardiaco y se equilibra la presión arterial.


Por otra parte, sabemos que nuestros sistemas más importantes son el endocrino, el inmunológico y el nervioso ya que son los principales controladores de nuestro cuerpo. Pues bien, las células inmunitarias y las glándulas endocrinas tienen los mismos receptores de señales cerebrales que las neuronas; es decir, son como una prolongación de nuestro cerebro que circula por todo el cuerpo. Lo que ha llevado a los científicos a plantearse que la consciencia ha de existir en realidad en todas las células de nuestro organismo. De hecho, ya decíamos antes que está comprobado que los estados de aflicción mental se convierten en procesos bioquímicos que crean enfermedades pero también es verdad que un estado de felicidad, alegría, ilusión u optimismo es capaz de producir automáticamente las sustancias necesarias naturales para contrarrestar la enfermedad.


A fin de cuentas, la entropía -es decir, la tendencia que tienen los sistemas complejos a desorganizarse- sólo tiene lugar -en lo que al ser humano se refiere al menos- en el mundo físico. No ocurre así en el plano mental -no hablamos del cerebro, que es un órgano físico- ya que está en un nivel vibratorio superior y no sigue esa tendencia. De ahí que pueda volver a poner en orden el caos electromagnético que produce toda enfermedad.


AMPLIANDO NUESTRA CONSCIENCIA


En suma, es preciso entender que el aprendizaje del ser humano no se completa en una determinada etapa sino que es algo consustancial y no termina nunca. En consecuencia, sólo estamos limitados por nuestro grado de consciencia, lo que implica que en la medida en que ampliemos ésta se ampliarán también nuestros propios límites.


Y es que es el desconocimiento de nosotros mismos lo que nos hace víctimas de la enfermedad, del envejecimiento y de la muerte. Por eso es tan importante revisar de manera constante todas las creencias que hemos ido acumulando a lo largo de la vida ya que a lo mejor descubrimos que pueden ser sustituidas por otras más acordes con nosotros, con la vida y con la realidad. Algo a lo que podemos acceder hoy merced a los nuevos descubrimientos de la ciencia en todos los ámbitos.


En suma, sabemos que nuestra mente es un arma de doble filo y que tanto puede destruirnos como curarnos. Sólo depende de cómo adiestremos o condicionemos nuestros pensamientos para crear patrones mentales destructivos o constructivos. Además, de la actitud con la que afrontemos nuestros problemas de salud dependerá que ello redunde en un beneficio para nuestro crecimiento como seres en evolución o que la experiencia se limite a formar parte del sufrimiento de la inconsciencia. Veamos pues la enfermedad como una oportunidad para descubrir aquellos aspectos de nuestra vida que no funcionan. Para ello sólo tenemos que escuchar a nuestro cuerpo cuando nos habla.

de la revista Discovery Salud

 


publicado por eradorada at 2:17 PM EDT
Thursday, 27 May 2010
Psiconeuroinmunobiología
Topic: Psiconeuroinmunobiología


El efecto de las palabras no dichas...
Entrevista al Dr. MARIO ALONSO PUIG. CIRUJANO

Tengo 48 años. Nací y vivo en Madrid. Estoy casado y tengo tres niños. Soy cirujano general y del aparato digestivo en el Hospital de Madrid.


Hay que ejercitar y desarrollar la flexibilidad y la tolerancia. Se puede ser muy firme con las conductas y amable con las personas. Soy católico.


Acabo de publicar Madera de líder (Empresa Activa).






ENTRENAR


Hasta ahora lo decían los iluminados, los meditadores y los sabios; ahora también lo dice la ciencia: son nuestros pensamientos los que en gran medida han creado y crean continuamente nuestro mundo.

Hoy sabemos que la confianza en uno mismo, el entusiasmo y
 la ilusión tienen la capacidad de favorecer las funciones superiores del cerebro.

La zona prefrontal del cerebro, el lugar donde tiene lugar el pensamiento más avanzado, donde se inventa nuestro futuro, donde valoramos alternativas y estrategias para solucionar los problemas y tomar decisiones, está tremendamente influida por el sistema límbico, que es nuestro cerebro emocional.

Por eso, lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando.

Hay que entrenar esa mente.


ENTREVISTA

P:-Más de 25 años ejerciendo de cirujano. ¿Conclusión?

R:-Puedo atestiguar que una persona ilusionada, comprometida y que confía ensí misma puede ir mucho más allá de lo que cabría esperar por su trayectoria.

P:-¿Psiconeuroinmunobiología?

R:-Sí, es la ciencia que estudia la conexión que existe entre el pensamiento, la palabra, la mentalidad y la fisiología del ser humano. Una conexión que desafía el paradigma tradicional.


El pensamiento y la palabra son una forma de energía vital que tiene la capacidad (y ha sido demostrado de forma sostenible) de interactuar con el organismo y producir cambios físicos muy profundos.

P:-¿De qué se trata?

R:-Se ha demostrado en diversos estudios que un minuto entreteniendo en un pensamiento negativo deja el sistema inmunitario en una situación delicada durante seis horas.


El distrés, esa sensación de agobio permanente, produce cambios muy sorprendentes en el funcionamiento del cerebro y en la constelación hormonal.

P:-¿Qué tipo de cambios?

R:-Tiene la capacidad de lesionar neuronas de la memoria y del aprendizaje localizadas en el hipocampo, y afecta a nuestra capacidad intelectual porque deja sin riego sanguíneo aquellas zonas del cerebro más necesarias para tomar decisiones adecuadas.

P:-¿Tenemos recursos para combatir al enemigo interior, o eso es cosa de sabios?

R:-Un valioso recurso contra la preocupación es llevar la atención a la respiración abdominal, que tiene por sí sola la capacidad de producir cambios en el cerebro. Favorece la secreción de hormonas como la serotonina y la endorfina y mejora la sintonía de ritmos cerebrales entre los dos hemisferios.

P:-¿Cambiar la mente a través del cuerpo?

R:-Sí. Hay que sacar el foco de atención de esos pensamientos que nos están alterando, provocando desánimo, ira o preocupación, y que hacen que nuestras decisiones partan desde un punto de vista inadecuado.


Es más inteligente, no más razonable, llevar el foco de atención a la respiración, que tiene la capacidad de serenar nuestro estado mental.

P:-¿Dice que no hay que ser razonable?

R:-Siempre encontraremos razones para justificar nuestro mal humor, estrés o tristeza, y esa es una línea determinada de pensamiento. Pero cuando nos basamos en cómo queremos vivir, por ejemplo sin tristeza, aparece otra línea. Son más importantes el qué y el porqué que el cómo. Lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando.

P:-Exagera.

R:-Cuando nuestro cerebro da un significado a algo, nosotros lo vivimos como la absoluta realidad, sin ser conscientes de que sólo es una interpretación de la realidad.

P:-Más recursos...

R:-La palabra es una forma de energía vital. Se ha podido fotografiar con tomografía de emisión de positrones cómo las personas que decidieron hablarse a sí mismas de una manera más positiva, específicamente personas con trastornos psiquiátricos, consiguieron remodelar físicamente su estructura cerebral, precisamente los circuitos que les generaban estas enfermedades.

P:-¿Podemos cambiar nuestro cerebro con buenas palabras?

R:-Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, dijo una frase tremendamente potente que en su momento pensamos que era metafórica. Ahora sabemos que es literal: "Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro".

P:-¿Seguro que no exagera?

R:-No. Según cómo nos hablamos a nosotros mismos moldeamos nuestras emociones, que cambian nuestras percepciones.


La transformación del observador (nosotros) altera el proceso observado. No vemos el mundo que es, vemos el mundo que somos.

P:-¿Hablamos de filosofía o de ciencia?

R:-Las palabras por sí solas activan los núcleos amigdalinos. Pueden activar, por ejemplo, los núcleos del miedo que transforman las hormonas y los procesos mentales.


Científicos de Harward han demostrado que cuando la persona consigue reducir esa cacofonía interior y entrar en el silencio, las migrañas y el dolor coronario pueden reducirse un 80%

P:-¿Cuál es el efecto de las palabras no dichas?

R:-Solemos confundir nuestros puntos de vista con la verdad, y eso se transmite: la percepción va más allá de la razón. Según estudios de Albert Merhabian, de la Universidad de California (UCLA), el 93% del impacto de una comunicación va por debajo de la conciencia.

P:-¿Por qué nos cuesta tanto cambiar?

R:-El miedo nos impide salir de la zona de confort, tendemos a la seguridad de lo conocido, y esa actitud nos impide realizarnos. Para crecer hay que salir de esa zona.

P:-La mayor parte de los actos de nuestra vida se rigen por el inconsciente.

R:-Reaccionamos según unos automatismos que hemos ido incorporando. Pensamos que la espontaneidad es un valor; pero para que haya espontaneidad primero ha de haber preparación, si no sólo hay automatismos.
Cada vez estoy más convencido del poder que tiene el entrenamiento de la mente.

P:-Déme alguna pista.

R:-Cambie hábitos de pensamiento y entrene su integridad honrando su propia palabra.
Cuando decimos "voy a hacer esto" y no lo hacemos alteramos físicamente nuestro cerebro.
El mayor potencial es la conciencia.

P:-Ver lo que hay y aceptarlo.

R:-Si nos aceptamos por lo que somos y por lo que no somos, podemos cambiar. Lo que se resiste persiste.. La aceptación es el núcleo de la transformación.

"SEAMOS EL CAMBIO QUE QUEREMOS VER EN EL MUNDO"
M. Gandhi

Fuente: trabajadoresdelaluz

publicado por eradorada at 10:00 PM EDT
Saturday, 22 May 2010
Sinfonía Cuántica - musica para curar
Topic: Cuántica


 

 

 

Las investigaciones de Peter Gaiaev, director del Instituto de Biología y Medicina por ondas de Moscú y miembro de la Academia Rusa de Ciencias Naturales, revelan que el ADN se expresa a través de ondas electromagnéticas y a través de ellas regula la expresión génica. El ADN sería tanto emisor como receptor de información, modificando así el comportamiento celular. Si fuésemos capaces de enviarle la información precisa podríamos reprogramar los sistemas biológicos.

Con esta teoría se da explicación a fenómenos como el poder curativo de la oración, el efecto beneficioso de los cuencos tibetanos, las afirmaciones positivas, los mantras, entre otros. De la misma forma que el ADN puede ser dañado si se expone a una radiación maligna, también puede ser sanado si le aplicamos la radiación adecuada. El quid de la cuestión radica en encontrar la frecuencia justa que resuene con nuestro yo interior.

Siendo así, cabría afirmar que los seres vivos llevamos en nuestro seno una partitura de nucleótidos que, al ejecutarse, da como resultado la composición musical que somos; una melodía que resuena dentro de una sinfonía universal.

FUENTE: http://elojocuantico.blogspot.com/

Musicoterapia, musica para curar

La musicoterapia es una técnica terapéutica que utiliza la música en todas sus formas con participación activa o receptiva por parte del paciente. Todos nosotros sabemos reconocer cuándo una canción nos parece alegre o nos parece triste. Generalmente asociamos nuestro estado de ánimo a la melodía de numerosas obras de todo tipo. Pues bien, precisamente la musicoterapia recurre a estas melodías como método para curar o reducir diversos problemas de salud.


La idea de base es reconocer que gran parte de las enfermedades tienen su origen en el cerebro, quien luego transmite a una parte del cuerpo un estímulo determinado que reproduce una enfermedad. Con la musicoterapia se intenta hacer llegar al cerebro unos estímulos que le lleven a una relajación o anulación de los que reproducen la enfermedad, a través de diversas melodías con las que se pueden conseguir efectos sorprendentes.


Aunque la musicoterapia ya se conoce desde la antigüedad, en los años 40 de nuestro siglo se utiliza como rama de medicina recuperativa, que con efectos fisiológicos, afectivos y mentales, contribuyendo a un equilibrio piscofísico de las personas. Hoy en día se aplica fundamentalmente en desequilibrios nerviosos, influye positivamente sobre el corazón y pulmones, alcoholismo, drogas y como prevención de suicidios, aunque todavía es necesario profundizar mucho más en el tema.

El esquema básico de trabajo en esta disciplina contempla tres aspectos: la interacción positiva del paciente con otros seres, la autoestima y el empleo del ritmo como elemento generador de energía y orden. La musicoterapia actúa como motivación para el desarrollo de autoestima, con técnicas que provoquen en el individuo sentimientos de autorrealización, autoconfianza, autosatisfacción y mucha seguridad en sí mismo. El ritmo, elemento básico, dinámico y potente en la música, es el estímulo orientador de procesos psicomotores que promueven la ejecución de movimientos controlados: desplazamientos para tomar conciencia del espacio vivenciados a través del propio cuerpo.

La herramienta sonora más poderosa según muchos terapeutas del sonido es el canto de armónicos. A través de nuestras propias voces, podemos proyectar a la parte enferma la frecuencia de resonancia correcta, y devolver su frecuencia normal. Según Jonh Beaulieu, la entonación de armónicos afecta incluso al flujo de la kundalini de las tradiciones místicas. Tema muy relacionado con los mantrams tibetanos realizados para limpiar los chakras y despertar su energía para alcanzar la iluminación.

Aquí os dejamos una lista de obras clásicas y su virtud por si os interesa:

Insomnio:
Nocturnos de Chopin (op. 9 n.º 3; op. 15 n.º 22; op. 32 n.º 1; op. 62 n.º 1)
Preludio para la siesta de un Fauno de Debussy
Canon en Re de Pachelbel

Hipertensión:
Las cuatro estaciones de Vivaldi
Serenata nº13 en Sol Mayor de Mozart

Depresión:
Concierto para piano nº5 de Rachmaninov
Música acuática de Haendel
Concierto para violín de Beethoven
Sinfonía nº8 de Dvorak

Ansiedad:
Concierto de Aranjuez de Rodrigo
Las cuatro estaciones de Vivaldi
La sinfonía Linz, k425 de Mozart

Dolor de Cabeza:
Sueño de Amor de Listz
Serenata de Schubert
Himno al Sol de Rimsky-Korsakov

Dolor de estómago:
Música para la Mesa de Telemann
Concierto de Arpa de Haendel
Concierto de oboe de Vivaldi

Energéticas:
La suite Karalia de Sibelius
Serenata de Cuerdas (op. 48) de Tschaikowsky
Obertura de Guillermo Tell de Rossini

 http://infotk.blogs.com/

 

 


publicado por eradorada at 1:25 PM EDT
Modificado: Monday, 21 June 2010 10:28 AM EDT
Wednesday, 19 May 2010
CRISTALES ATLANTES
Topic: Cristales

Por Ellie Cristal



Está escrito – o tal vez canalizado – ya que la información no puede ser verificada – que los antiguos Atlantes usaban los cristales extensamente, como parte de sus vidas diarias.

Los cristales variaban en patrones o rejillas – tamaños – combinaciones de colores – y tonos. Los cristales siguen las frecuencias armónicas y podrían ser usados con un instrumento que parece un diapasón.
Los cristales recibían poder de una variedad de fuentes, incluyendo al Sol, al sistema de rejillas de energía de la Tierra, o uno de otro.



USOS DE LOS CRISTALES
- Sanación
- Despertar y desarrollar habilidades psíquicas
- Meditación – Conectarse con la fuente
- Incremento de la capacidad mental y de la claridad de pensamiento
- Desmaterialización - teletransportación
- Transporte de objetos – Telequinesia
- Trabajar con campos de fuerza magnéticos
- Guardar registros y otros conocimientos – parecido a una computadora
- Crecimientos de plantas y semejantes
- Ciencia y tecnología – producir y teletransportar materia
- Control del Clima
- Enormes torres de cristal usadas como generadores de poder
- Comunicación – Los cristales tienen la habilidad de transferir energía, retenerla, mantener su intensidad, enfocarla y transmitirla sobre una gran distancia a receptores similares ya que son iguales o comparables al transmisor. Las piedras más largas, llamadas Cristales de Fuego, eran las estaciones centrales de recepción y transmisión, mientras que otras hacían el papel de receptoras para ciudades individuales, edificios, vehículos y hogares. En un nivel espiritual más elevado, los cuartos hechos de cristales eran lugares en donde los Iniciados dejaban sus cuerpos en la Trascendencia Final, con frecuencia para nunca volver.

CRISTALES SEMILLA ATLANTES
Los cristales semilla son tanto físicos como parte de nuestra estructura cristalina genética codificada.



CRISTALES PRISMA TRIANGULARES
Este es un prisma triangular equilibrado. Representa – Como es arriba, Es Abajo – Las Tablas Esmeralda de Thot el Atlante – Hermes Trimegisto.

CRISTALES PRISMA ESPIRALES



Este cristal se enlaza con el espiral Fibonacci – las energías en espiral de la creación basadas en los patrones de la Geometría Sagrada. La conciencia gira en espiral como si fuera de la punta de una pirámide – hacia la tercera dimensión. Entre más bajo giren en espiral – más lentas se mueven las energías – hasta que ya no puedan recordar más lo que existe arriba y la naturaleza de quienes son, puesto que su mente se congela en el TIEMPO – la Era de Hielo – los Cristales y el hielo – Recuerdos de el Hielo y los Cristales – en espera de derretirse.

CRISTALES ESTRELLA DE AMOR



Este cristal contiene 6 lados y 6 caras en la punta. El final tiene forma de cono o pirámide. Esta es la geometría de la Flor de la Vida – La Estrella de David – El Merkaba y la Cábala – El Árbol de la Vida de esta realidad.



POSIBLES HECHOS DE LOS CRISTALES SEMILLA ATLANTES
- Eran perfectos.
- Se cultivaban como nosotros cultivamos las flores – metáfora de la flor de la vida – semillas – sembrando una raza.
- Eran usados para la sanación.
- Tenían ventanas a través de las cuales uno podía ver las pirámides.
- Contenían al menos 1 ventana con 6 lados de igual medida.

TEMPLO CRISTAL DE SANACIÓN



Los cristales eran alineados para seguir los patrones de la geometría sagrada – energías piramidales en espiral.

PIRÁMIDES Y CRISTALES ATLANTES
Los Atlantes aparejaban las energías de las pirámides. Usaban los cristales para acentuar las energías de la pirámide.
Así como tenemos una Gran Pirámide en el centro del planeta – en Giza que controla la rejilla que crea nuestra realidad – así lo hicieron los Atlantes. Se supone que se hundieron al fondo del océano Atlántico – pero esa es una metáfora de la conciencia regresando a la conciencia colectiva – o fuente creadora.
Así como tenemos puntos de energía de rejillas mayores y menores en el planeta – así tenían los Atlantes. Los puntos de las rejillas con frecuencia son marcados por pirámides más pequeñas. Los Atlantes usaban esta energía con cristales para transmitir la energía de una pirámide a otra.
Dependiendo de la inclinación del eje de la Tierra en un tiempo en particular del año, una pirámide funcionaría para intensificar y transmitir energías a otras pirámides que entonces jugarían el papel de receptoras y dispersarían la energía como se necesitara.
Lo opuesto se aplicaría cuando esa pirámide estuviera en un punto no enfocable a su alineamiento celestial con las otras que transmitirían.

LA CAÍDA DE LA ATLÁNTIDA



Como va la historia… la gente de la Atlántida tuvo muchas advertencias antes de que el continente / programa Atlante terminara.
Antes del cierre, los cristales supuestamente fueron usados para guardar información que sería encontrada en nuestra línea de tiempo por aquellos que los programaron en la época de la Atlántida, y ahora los encontrarían en esta época. Estos cristales fueron físicamente implantados en la Tierra en varias ubicaciones, o en puntos de rejilla principales. Estos cristales contenían los códigos originales de las estrellas para el programa Atlante.
Una vez encontrados – los cristales serían usados como medios para ayudarles a recordar los antiguos tiempos de la Atlántida y el papel que jugaron en esa civilización. En otras palabras – los cristales amplificarían y enfocarían las energías de las personas mientras se movieran a través de su viaje espiritual.
Estos cristales son en verdad parte de nuestros códigos genéticos de ADN – ahora activándose mientras alcanzamos el fin de otro ciclo de tiempo. Se piensa que los cristales – entre otros artefactos – traen mensajes codificados que enfocan nuestra atención como receptores y generadores de la información que se necesita.

LA ATLÁNTIDA ACTUAL
Por Edgar Cayce
En el moderno Triángulo de las Bermudas, en el fondo del océano en donde ahora existen las ruinas de la Atlántida, la energía acumulada en los hundidos y dañados Cristales de Fuego pueden disparar periódicamente desmaterializaciones de cualquier cosa en el área.
Una de las descripciones más detalladas del uso Atlante de un instrumento misterioso llamado el Gran Cristal fue dada por Edgar Cayce, quien lo mencionó muchas veces. El cristal, dijo él que fue alojado en una construcción en óvalo especial, con un domo que podía ser quitado, exponiendo al Cristal a la luz del sol, de la luna y de las estrellas en el momento más favorable.
El interior de la construcción estaba alineada con piedra o metal no conductora, similar al asbesto o baquelita, un plástico termoestable.
El Cristal mismo, la Piedra Tuaoi, o Piedra de Fuego, era enorme en tamaño, cilíndrica en longitud, y prismática en forma, cortada con seis lados. En la punta del cristal había una piedra móvil, usada tanto para concentrar rayos de energía entrante como para dirigir las corrientes a varias partes del campo Atlante.
Parece que el Cristal reunía las energías solar, lunar, estelar, atmosférica y Terrestre así como también fuerzas elementales desconocidas y las concentraba en un punto específico, ubicado entre la punta del Cristal y el fondo de la piedra móvil.
La energía era usada para varios propósitos. Al principio era usada puramente como una herramienta espiritual por los iniciados que podían manejar la gran energía. Los primeros Atlantes eran personas pacíficas. Cuando desarrollaron más sus cuerpos físicos materiales, usaban el cristal para rejuvenecer sus cuerpos y eran capaces de vivir cientos de años mientras mantenían una apariencia juvenil.
Más tarde, el Gran Cristal se usó para otras cosas. Las corrientes de energía eran transmitidas a través de la tierra, como ondas de radio, e impulsadas por éstas, atravesaban la tierra naves y vehículos, a través del cielo y bajo el mar a la velocidad del sonido.
Utilizando otras corrientes originándose del Gran Cristal, los Atlantes también eran capaces de transmitir la voz humana y retratos, como la televisión moderna. De la misma manera, incluso el calor y la luz podían ser dirigidos a construcciones específicas o arenas abiertas, dando iluminación y calor por medios aparentemente invisibles.



Rejillas y Cristales

Energías Moviéndose en Espiral

La Mente – Flujo de la Creación – la estructura cristalina de las células en nuestros cuerpos – entidades basadas en el carbono. Puntos de rejilla – meridianos humanos – puntos de rejilla planetaria – todo se conecta a través de una matriz de energías.

 




publicado por eradorada at 3:11 PM EDT
Modificado: Saturday, 22 May 2010 1:29 PM EDT

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