Topic: Navidad
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La domesticación y el sueño del planeta.
Extracto del libro los 4 Acuerdos
Lo que ves y escuchas ahora mismo no es más que un sueño. En este mismo momento estás soñando.
Sueñas con el cerebro despierto.
Soñar es la función principal de la mente, y la mente sueña veinticuatro horas al día. Sueña cuando el cerebro está despierto y también cuando está dormido. La diferencia estriba en que, cuando el cerebro está despierto, hay un marco material que nos hace percibir las cosas de una forma lineal. Cuando dormimos no tenemos ese marco, y el sueño tiende a cambiar constantemente.
Los seres humanos soñamos todo el tiempo. Antes de que naciésemos, aquellos que nos precedieron crearon un enorme sueño externo que llamaremos el sueño de la sociedad o el sueño del planeta. El sueño del planeta es el sueño colectivo hecho de miles de millones de sueños más pequeños, de sueños personales que, unidos, crean un sueño de una familia, un sueño de una comunidad, un sueño de una ciudad, un sueño de un país, y finalmente, un sueño de toda la humanidad. El sueño del planeta incluye todas las reglas de la sociedad, sus creencias, sus leyes, sus religiones, sus diferentes culturas y maneras de ser, sus gobiernos, sus escuelas, sus acontecimientos sociales y sus celebraciones.
Nacemos con la capacidad de aprender a soñar, y los seres humanos que nos preceden nos enseñan a soñar de la forma en que lo hace la sociedad. El sueño externo tiene tantas reglas que, cuando nace un niño, captamos su atención para introducir estas reglas en su mente. El sueño externo utiliza a mamá y papá, la escuela y la religión para enseñarnos a soñar.
La atención es la capacidad que tenemos de discernir y centrarnos en aquello que queremos percibir.
Percibimos millones de cosas simultáneamente, pero utilizamos nuestra atención para retener en el primer plano de nuestra mente lo que nos interesa. Los adultos que nos rodeaban captaron nuestra atención y, por medio de la repetición, introdujeron información en nuestra mente. Así es como aprendimos todo lo que sabemos.
Utilizando nuestra atención aprendimos una realidad completa, un sueño completo. Aprendimos cómo comportarnos en sociedad: qué creer y qué no creer; qué es aceptable y qué no lo es; qué es bueno y qué es malo; qué es bello y qué es feo; qué es correcto y qué es incorrecto. Ya estaba todo allí: todo el conocimiento, todos los conceptos y todas las reglas sobre la manera de comportarse en el mundo.
Cuando íbamos al colegio, nos sentábamos en una silla pequeña y prestábamos atención a lo que el maestro nos enseñaba. Cuando Íbamos a la iglesia, prestábamos atención a lo que el sacerdote o el pastor nos decía. La misma dinámica funcionaba con mamá y papá, y con nuestros hermanos y hermanas. Todos intentaban captar nuestra atención. También aprendimos a captar la atención de otros seres humanos y desarrollamos una necesidad de atención que siempre acaba siendo muy competitiva. Los niños compiten por la atención de sus padres, sus profesores, sus amigos: «¡Mírame! ¡Mira lo que hago! ¡Eh, que estoy aquí!».
La necesidad de atención se vuelve muy fuerte y continúa en la edad adulta.
El sueño externo capta nuestra atención y nos enseña qué creer, empezando por la lengua que hablamos. El lenguaje es el código que utilizamos los seres humanos para comprendernos y comunicarnos.
Cada letra, cada palabra de cada lengua, es un acuerdo. Llamamos a esto una página de un libro; la palabra página es un acuerdo que comprendemos. Una vez entendemos el código, nuestra atención queda atrapada y la energía se transfiere de una persona a otra.
Tú no escogiste tu lengua, ni tu religión ni tus valores morales: ya estaban ahí antes de que nacieras.
Nunca tuvimos la oportunidad de elegir qué creer y qué no creer. Nunca escogimos ni el más insignificante de estos acuerdos. Ni siquiera elegimos nuestro propio nombre.
De niños no tuvimos la oportunidad de escoger nuestras creencias, pero estuvimos de acuerdo con la información que otros seres humanos nos transmitieron del sueño del planeta. La única forma de almacenar información es por acuerdo. El sueño externo capta nuestra atención, pero si no estamos de acuerdo, no almacenaremos esa información. Tan pronto como estamos de acuerdo con algo, nos lo creemos, y a eso lo llamamos «fe». Tener fe es creer incondicionalmente.
Así es como aprendimos cuando éramos niños. Los niños creen todo lo que dicen los adultos.
Estábamos de acuerdo con ellos, y nuestra fe era tan fuerte, que el sistema de creencias que se nos había transmitido controlaba totalmente el sueño de nuestra vida. No escogimos estas creencias, y aunque quizá nos rebelamos contra ellas, no éramos lo bastante fuertes para que nuestra rebelión triunfase. El resultado es que nos rendimos a las creencias mediante nuestro acuerdo.
Llamo a este proceso «la domesticación de los seres humanos». A través de esta domesticación aprendemos a vivir y a soñar. En la domesticación humana, la información del sueño externo se transfiere al sueño interno y crea todo nuestro sistema de creencias. En primer lugar, al niño se le enseña el nombre de las cosas: mamá, papá, leche, botella... Día a día, en casa, en la escuela, en la iglesia y desde la televisión, nos dicen cómo hemos de vivir, qué tipo de comportamiento es aceptable. El sueño extremo nos enseña cómo ser seres humanos. Tenemos todo un concepto de lo que es una «mujer» y de lo que es un «hombre».
Y también aprendemos a juzgar: Nos juzgamos a nosotros mismos, juzgamos a otras personas, juzgamos a nuestros vecinos...
Domesticamos a los niños de la misma manera en que domesticamos a un perro, un gato o cualquier otro animal. Para enseñar a un perro, lo castigamos y lo recompensamos. Adiestramos a nuestros niños, a quienes tanto queremos, de la misma forma en que adiestramos a cualquier animal doméstico: con un sistema de premios y castigos. Nos decían: «Eres un niño bueno», o: «Eres una niña buena», cuando hacíamos lo que mamá y papá querían que hiciéramos. Cuando no lo hacíamos, éramos «una niña mala» o «un niño malo».
Cuando no acatábamos las reglas, nos castigaban; cuando las cumplíamos, nos premiaban. Nos castigaban y nos premiaban muchas veces al día. Pronto empezamos a tener miedo de ser castigados y también de no recibir la recompensa, es decir, la atención de nuestros padres o de otras personas como hermanos, profesores y amigos. Con el tiempo desarrollamos la necesidad de captar la atención de los demás para conseguir nuestra recompensa.
Cuando recibíamos el premio nos sentíamos bien, y por ello, continuamos haciendo lo que los demás querían que hiciéramos. Debido a ese miedo a ser castigados y a no recibir la recompensa, empezamos a fingir que éramos lo que no éramos, con el único fin de complacer a los demás, de ser lo bastante buenos para otras personas. Empezamos a actuar para intentar complacer a mamá y a papá, a los profesores y a la iglesia. Fingimos ser lo que no éramos porque nos daba miedo que nos rechazaran. El miedo a ser rechazados se convirtió en el miedo a no ser lo bastante buenos. Al final, acabamos siendo alguien que no éramos. Nos convertimos en una copia de las creencias de mamá, las creencias de papá, las creencias de la sociedad y las creencias de la religión.
En el proceso de domesticación, perdimos todas nuestras tendencias naturales. Y cuando fuimos lo bastante mayores para que nuestra mente lo comprendiera, aprendimos a decir que no. El adulto decía: «No hagas esto y no hagas lo otro». Nosotros nos rebelábamos y respondíamos: «¡No!». Nos rebelábamos para defender nuestra libertad. Queríamos ser nosotros mismos, pero éramos muy pequeños y los adultos eran grandes y fuertes. Después de cierto tiempo, empezamos a sentir miedo porque sabíamos que cada vez que hiciéramos algo incorrecto recibiríamos un castigo.
La domesticación es tan poderosa que, en un determinado momento de nuestra vida, ya no necesitamos que nadie nos domestique. No necesitamos que mamá o papá, la escuela o la iglesia nos domestiquen. Estamos tan bien entrenados que somos nuestro propio domador. Somos unos animales autodomesticados.
Ahora nos domesticamos a nosotros mismos según el sistema de creencias que nos transmitieron y utilizando el mismo sistema de castigo y recompensa. Nos castigamos a nosotros mismos cuando no seguimos las reglas de nuestro sistema de creencias; nos premiamos cuando somos «un niño bueno» o «una niña buena».
Nuestro sistema de creencias es como el Libro de la Ley que gobierna nuestra mente. No es cuestionable; cualquier cosa que esté en ese Libro de la Ley es nuestra verdad. Basamos todos nuestros juicios en él, aún cuando vayan en contra de nuestra propia naturaleza interior. Durante el proceso de domesticación, se programaron en nuestra mente incluso leyes morales como los Diez Mandamientos. Uno a uno, todos esos acuerdos forman el Libro de la Ley y dirigen nuestro sueño.
Hay algo en nuestra mente que lo juzga todo y a todos, incluso el clima, el perro, el gato... Todo. El Juez interior utiliza lo que está en nuestro Libro de la Ley para juzgar todo lo que hacemos y dejamos de hacer, todo lo que pensamos y no pensamos, todo lo que sentimos y no sentimos. Cada vez que hacemos algo que va contra el Libro de la Ley, el Juez dice que somos culpables, que necesitamos un castigo, que debemos sentirnos avergonzados. Esto ocurre muchas veces al día, día tras día, durante todos los años de nuestra vida.
Hay otra parte en nosotros que recibe los juicios, y a esa parte la llamamos «la Víctima». La Víctima carga con la culpa, el reproche y la vergüenza. Es esa parte nuestra que dice: « ¡Pobre de mí! No soy suficientemente bueno, ni inteligente ni atractivo, y no merezco ser amado. ¡Pobre de mí!». El gran Juez lo reconoce y dice: «Sí. No vales lo suficiente». Y todo esto se fundamenta en un sistema de creencias en el que jamás escogimos creer. Y el sistema es tan fuerte que, incluso años después de haber entrado en contacto con nuevos conceptos y de intentar tomar nuestras propias decisiones, nos damos cuenta de que esas creencias todavía controlan nuestra vida.
Cualquier cosa que vaya contra el Libro de la Ley hará que sintamos una extraña sensación en el plexo solar, una sensación que se llama miedo. Incumplir las reglas del Libro de la Ley abre nuestras heridas emocionales, y reaccionamos creando veneno emocional. Dado que todo lo que está en el Libro de la Ley tiene que ser verdad, cualquier cosa que ponga en tela de juicio lo que creemos nos hace sentir inseguros.
Aunque el Libro de la Ley esté equivocado, hace que nos sintamos seguros.
Por este motivo, necesitamos una gran valentía para desafiar nuestras propias creencias; porque, aunque sepamos que no las escogimos, también es cierto que las aceptamos. El acuerdo es tan fuerte, que incluso cuando sabemos que el concepto es erróneo, sentimos la culpa, el reproche y la vergüenza que aparecen cuando actuamos en contra de esas reglas.
De la misma forma que el gobierno tiene un Código de Leyes que dirige el sueño de la sociedad, nuestro sistema de creencias es el Libro de la Ley que gobierna nuestro sueño personal. Todas estas leyes existen en nuestra mente, creemos en ellas, y nuestro Juez interior lo basa todo en ellas. El Juez decreta y la Víctima sufre la culpa y el castigo. Pero ¿quién dice que este sueño sea justo? La verdadera justicia consiste en pagar sólo una vez por cada error. Lo que es verdaderamente injusto es pagar varías veces por el mismo error.
¿Cuántas veces pagamos por un mismo error? La respuesta es: miles de veces. El ser humano es el único animal sobre la Tierra que paga miles de veces por el mismo error. Los demás animales pagan sólo una vez por cada error. Pero nosotros no. Tenemos una gran memoria. Cometemos una equivocación, nos juzgamos a nosotros mismos, nos declaramos culpables y nos castigamos. Sí fuese una cuestión de justicia, con eso bastaría; no necesitamos repetirlo, Pero cada vez que lo recordamos, nos juzgamos de nuevo, volvemos a considerarnos culpables y nos volvemos a castigar, una y otra vez, y otra, y otra más. Si estamos casados, también nuestra mujer o nuestro marido nos recuerda el error, y así volvemos a juzgarnos de nuevo, nos castigamos otra vez y nos volvemos a sentir culpables. ¿Acaso es esto justo?
¿Cuántas veces hacemos que nuestra pareja, nuestros hijos o nuestros padres paguen por el mismo error? Cada vez que recordamos el error, los culpamos de nuevo y les enviamos todo el veneno emocional que sentimos frente a la injusticia; hacemos que vuelvan a pagar por ello. ¿Eso es justicia? El Juez de la mente está equivocado porque el sistema de creencias, el Libro de la Ley, es erróneo. Todo el sueño se fundamenta en una ley falsa. El 95 por ciento de las creencias que hemos almacenado en nuestra mente no son más que mentiras, y si sufrimos es porque creemos en todas ellas. En el sueño del planeta, a los seres humanos les resulta normal sufrir, vivir con miedo y crear dramas emocionales. El sueño externo no es un sueño placentero; es un sueño lleno de violencia, de miedo, de guerra, de injusticia. El sueño personal de los seres humanos varía, pero en conjunto es una pesadilla. Si observamos la sociedad humana, comprobamos que es un lugar en el que resulta muy difícil vivir, porque está gobernado por el miedo. En el mundo entero, vemos sufrimiento, cólera, venganza, adicciones, violencia en las calles y una tremenda injusticia. Esto existe en diferentes niveles en los distintos países del mundo, pero el miedo controla el sueño externo.
Si comparamos el sueño de la sociedad humana con la descripción del Infierno que las distintas religiones de todo el mundo han divulgado, descubrimos que son exactamente iguales. Las religiones dicen que el Infierno es un lugar de castigo, de miedo, de dolor y de sufrimiento, un lugar donde el fuego te quema.
Cada vez que sentimos emociones como la cólera, los celos, la envidia o el odio, experimentamos un fuego que arde en nuestro interior. Vivimos en el sueño del Infierno.
Si consideramos que el Infierno es un estado de ánimo, entonces nos rodea por todas partes. Tal vez otras personas nos adviertan que si no hacemos lo que ellas dicen que deberíamos hacer, iremos al Infierno.
Pero ya estamos en el Infierno, incluso la gente que nos dice eso. Ningún ser humano puede condenar a otro al Infierno, porque ya estamos en él. Es cierto que los demás pueden llevarnos a un Infierno todavía más profundo, pero únicamente si nosotros se lo permitimos.
Cada ser humano, hombre o mujer, tiene su sueño personal, que, al igual que ocurre con el sueño de la sociedad, a menudo está dirigido por el miedo. Aprendemos a soñar el Infierno en nuestra propia vida, en nuestro sueño personal. El mismo miedo se manifiesta de distintas maneras en cada persona, por supuesto, porque todos sentimos cólera, celos, odio, envidia y otras emociones negativas. Nuestro sueño personal también puede convertirse en una pesadilla permanente en la que sufrimos y vivimos en un estado de miedo constante. Sin embargo, no es necesario que nuestro sueño sea una pesadilla. Podemos disfrutar de un sueño agradable.
Toda la humanidad busca la Verdad, la justicia y la belleza. Estamos inmersos en una búsqueda eterna de la Verdad porque sólo creemos en las mentiras que hemos almacenado en nuestra mente. Buscamos la justicia porque en el sistema de creencias que tenemos no existe. Buscamos la belleza porque, por muy bella que sea una persona, no creemos que lo sea. Seguimos buscando y buscando cuando todo está ya en nosotros. No hay ninguna Verdad que encontrar. Dondequiera que miremos, todo lo que vemos es la Verdad, pero debido a los acuerdos y las creencias que hemos almacenado en nuestra mente, no tenemos ojos para verla.
No vemos la Verdad porque estamos ciegos. Lo que nos ciega son todas esas falsas creencias que tenemos en la mente. Necesitamos sentir que tenemos razón y que los demás están equivocados. Confiamos en lo que creemos, y nuestras creencias nos invitan a sufrir. Es como si viviésemos en medio de una bruma que nos impide ver más allá de nuestras propias narices. Vivimos en una bruma que ni siquiera es real. Es un sueño, nuestro sueño personal de la vida: lo que creemos, todos los conceptos que tenemos sobre lo que somos, todos los acuerdos a los que hemos llegado con los demás, con nosotros mismos e incluso con Dios.
Toda nuestra mente es una bruma que los toltecas llamaron mitote. Nuestra mente es un sueño en el que miles de personas hablan a la vez y nadie comprende a nadie. Esta es la condición de la mente humana:
un gran mitote, y así es imposible ver lo que realmente somos. En la India lo llaman maya, que significa «ilusión». Es nuestro concepto del «yo». Todo lo que creemos sobre nosotros mismos y el mundo, todos los conceptos y programas que tenemos en la mente, todo eso es el mitote. Nos resulta imposible ver quiénes somos verdaderamente; nos resulta imposible ver que no somos libres.
Esta es la razón por la cual los seres humanos nos resistimos a la vida. Estar vivos es nuestro mayor miedo. No es la muerte; nuestro mayor miedo es arriesgarnos a vivir: correr el riesgo de estar vivos y de expresar lo que realmente somos. Hemos aprendido a vivir intentando satisfacer las exigencias de otras personas. Hemos aprendido a vivir según los puntos de vista de los demás por miedo a no ser aceptados y de no ser lo suficientemente buenos para otras personas.
Durante el proceso de domesticación, nos formamos una imagen mental de la perfección con el fin de tratar de ser lo suficientemente buenos. Creamos una imagen de cómo deberíamos ser para que los demás nos aceptaran. Intentamos complacer especialmente a las personas que nos aman, como papá y mamá, nuestros hermanos y hermanas mayores, los sacerdotes y los profesores. Al tratar de ser lo suficientemente buenos para ellos, creamos una imagen de perfección, pero no encajamos en ella. Creamos esa imagen, pero no es una imagen real. Bajo ese punto de vista, nunca seremos perfectos. ¡Nunca!
Como no somos perfectos, nos rechazamos a nosotros mismos. El grado de rechazo depende de lo efectivos que hayan sido los adultos para romper nuestra integridad. Tras la domesticación, ya no se trata de que seamos lo suficientemente buenos para los demás. No somos lo bastante buenos para nosotros mismos porque no encajamos en nuestra propia imagen de perfección. Nos resulta imposible perdonarnos por no ser lo que desearíamos ser, o mejor dicho, por no ser quien creemos que deberíamos ser. No podemos perdonarnos por no ser perfectos.
Sabemos que no somos lo que creemos que deberíamos ser, de modo que nos sentimos falsos, frustrados y deshonestos. Intentamos ocultarnos y fingimos ser lo que no somos. El resultado es un sentimiento de falta de autenticidad y una necesidad de utilizar máscaras sociales para evitar que los demás se den cuenta. Nos da mucho miedo que alguien descubra que no somos lo que pretendemos ser. También juzgamos a los demás según nuestra propia imagen de la perfección, y naturalmente no alcanzan nuestras expectativas.
Nos deshonramos a nosotros mismos sólo para complacer a otras personas. Incluso llegamos a dañar nuestro cuerpo para que los demás nos acepten. Vemos a adolescentes que se drogan con el único fin de no ser rechazados por otros adolescentes. No son conscientes de que el problema estriba en que no se aceptan a sí mismos. Se rechazan porque no son lo que pretenden ser. Desean ser de una manera determinada, pero no lo son, y esto hace que se sientan culpables y avergonzados. Los seres humanos nos castigamos a nosotros mismos sin cesar por no ser como creemos que deberíamos ser. Nos maltratamos a nosotros mismos y utilizamos a otras personas para que nos maltraten.
Pero nadie nos maltrata más que nosotros mismos; el Juez, la Víctima y el sistema de creencias son los que nos llevan a hacerlo. Es cierto que algunas personas dicen que su marido o su mujer, su madre o su padre las maltrató, pero sabemos que nosotros nos maltratamos todavía más. Nuestra manera de juzgarnos es la peor que existe. Si cometemos un error delante de los demás, intentamos negarlo y taparlo; pero tan pronto como estamos solos, el Juez se vuelve tan tenaz y el reproche es tan fuerte, que nos sentimos realmente estúpidos, inútiles o indignos.
Nadie, en toda tu vida, te ha maltratado más que tú mismo. El límite del maltrato que tolerarás de otra persona es exactamente el mismo al que te sometes tú. Si alguien llega a maltratarte un poco más, lo más probable es que te alejes de esa persona. Sin embargo, si alguien te maltrata un poco menos de lo que sueles maltratarte tú, seguramente continuarás con esa relación y la tolerarás siempre.
Si te castigas de forma exagerada, es posible que incluso llegues a tolerar a alguien que te agrede físicamente, te humilla y te trata como si fueras basura. ¿Por qué? Porque, de acuerdo con tu sistema de creencias, dices: «Me lo merezco. Esta persona me hace un favor al estar conmigo. No soy digno de amor ni de respeto. No soy suficientemente bueno».
Necesitamos que los demás nos acepten y nos amen, pero nos resulta imposible aceptarnos y amarnos a nosotros mismos. Cuanta más autoestima tenemos, menos nos maltratamos. El abuso de uno mismo nace del auto-rechazo, y éste de la imagen que tenemos de lo que significa ser perfecto y de la imposibilidad de alcanzar ese ideal. Nuestra imagen de perfección es la razón por la cual nos rechazamos; es el motivo por el cual no nos aceptamos a nosotros mismos tal como somos y no aceptamos a los demás tal como son.
Canalizado por Wistancia
Te saludo tanto a ti como a tu hermana. Y esta es una historia sobre ti. Pasaré esta sesión entera a un maestro que no está en un cuerpo pero que una vez estuvo en un cuerpo físico. Entonces el ascendió desde la Tierra y no tuvo la necesidad de lecciones para volver dentro de un cuerpo y aprender. Pues muchos que viven en la Tierra están aprendiendo y refinando muchas cosas que les ayuda a conocer y a “ser” más. Toda la vida está siempre expandiéndose en todas partes. Él se convirtió en un maestro ascendido, lo que significa profesor, y todavía está enseñando. Él enseña desde otro “nivel de Creación”. Él es completamente maravilloso, y hablará estupendamente, y hablará un poco sobre ti y hablará con amor y sobre amor.
Por favor ponte cómodo y siéntate conmigo.
Pon tu atención en tu respiración y siente la vida en ti.
Siente tu respiración atravesándote como una pequeña aguja. O siéntela como una pequeña ola templada de un océano que se mueve a través de ti.
Si puedes localizarla y seguirla, síguela suavemente hasta dentro de tu corazón. Te puedes imaginar que un suave arco iris de plumas es llevado por el viento y flota dentro de la cámara de tu corazón. Sigue el arco iris dentro de tu corazón, que lo mueve y lleva tu propia respiración.
Siente sólo tu corazón.
¿Sabías que tu corazón es exactamente como el de Dios?
¿Sabías que cuando fuiste creado, eras como una chispa, como un punto de fuego que salió de la energía que creó absolutamente todo? Cuando la chispa saltó y empezó a moverse en espiral dentro de todos los niveles de Creación, también llegó a la Tierra. Y en todo ese tiempo, si es que realmente hay tiempo, Tú saliste de Dios con la misma clase de corazón, con un corazón creativo. Dios es el creador y tú tienes corazón creativo, como el del que llamamos “Madre / Padre Dios”.
¿Sabías que tu verdadera madre y tu verdadero padre es DIOS?
E incluso, aunque hayas tenido una madre terrenal y un padre terrenal, tú has tenido muchos cuerpos y muchos padres en cada una de esas vidas y en cada uno de tantos lugares de este Universo. ¿Sabías también que hay muchos, muchos, muchos, muchos universos? Y que aunque se te puede llamar “joven”, Quien tú eres realmente no es joven. Tú no tienes edad. Tu cuerpo puede ser joven, pero tu alma es muy vieja. Tu YO REAL es un espíritu que entra dentro de un cuerpo para aprender y mejorar. A menudo un espíritu también entra en un cuerpo para dar algo a otros y necesita un vehículo para moverse, como un coche, que es el cuerpo. Quizás viniste a la Tierra a sostener un espejo y reflejar algo.
De todos modos, tu verdadero progenitor –desde el principio de los tiempos– es Madre/Padre Dios.
Por favor relájate y deja que Djwhal Khul hable contigo
Siéntate en una silla con los pies en el suelo.
Tienes los centros de energía en la coronilla y también en la planta de los pies.
Invoquemos a los Elohim, Arcángeles y Maestros para que estén presentes aquí.
Los Elohim construyen todas las estructuras grandes, como los sistemas solares. Estos poderosos seres crean los mundos. Vamos a invitar a los Arcángeles, vamos a pedirles que construyan una preciosa cúpula de oro encima de ti para que te puedas sentar dentro. Siéntete seguro aquí. Vamos a invocar a los Maestros planetarios que trabajan con los Rayos y vamos a invocar a los 7 preciosos rayos para que vengan, se queden y bailen contigo. Hay un grandioso gobierno espiritual encima del planeta Tierra donde hay grandes casas para cada uno de los siete rayos. Ciertos maestros son los líderes en esas casas.
Invoquemos ahora los maravillosos colores de todos los rayos. Tú puedes ver los colores de los rayos que están muy lejos o esos que están mas cerca del planeta. Es posible que veas muchas uniones diferentes de colores.
Imagina que tu corazón es una preciosa cueva subterránea llena de luz. Por favor entra dentro e imagina un magnífico traje de oro, póntelo. Después imagínate una silla de color violeta situada en el centro de la habitación con otra silla enfrente. Ve y siéntate en la silla. Tus pies automáticamente tocan el cojín que está allí, con la forma de una pájaro blanco llamado Paloma. Instálate, ponte cómodo y cierra los ojos.
Pediremos a Djwhal Khul que venga, se siente y hable contigo de los rayos.
Djwhal Khul habla a los Niños
Bueno, os bendigo, queridos míos. Tú has viajado por muchos planos diferentes (de existencia) y muchas vidas en tu Tierra y más allá. Eres como un pequeño viajero del tiempo. Tú eres el que tiene que ser honrado y querido, pues tú eres un niño divino de Dios, y sin embargo vivir en la Tierra no es siempre fácil para ti, pero tú lo has elegido. Tú elegiste estar presente en la Tierra en este momento, y tú pediste ser capaz de traer un enfoque que puede ser un poco diferente. En otras palabras, el enfoque en la Tierra y la perspectiva de muchos de los que viven allí, lo que se espera de ti por muchos y lo que desean algunos NO es el enfoque, ¿no es así? Tú tienes un don diferente que traer a la Tierra, y tú eres un Niño Índigo. Quizás no seas un niño índigo como los demás; tú eres una variación , pues todos no son lo mismo, quizás tú has traído el corazón índigo, la necesidad índigo de la verdad y la necesidad de la belleza. Quizás tú has traído la sensibilidad índigo que sólo quiere existir con amor, quiere mover y crear amor. Quizás tú has traído la percepción artística de un Índigo, o incluso la Gran Inteligencia o las Grandes Calculaciones Científicas de un Índigo que está en casa con ordenadores o aparatos complejos.
Hay cosas que tienes que aprender y cosas que tienes que enseñar
Esto no te hace mejor que los demás, ni hace que nadie sea mejor que tú. Todos sois de Dios, es como un jardín gigante, hay muchas flores que crecen en este jardín. La semilla de la que brotó tu flor personal ha venido desde muy, muy lejos y sin embargo ha brotado en el jardín de la Tierra, así que tienes que saber que estás en el sitio adecuado porque tú estás aquí. Tú necesitas estar aquí. Hay cosas que tienes que aprender y cosas que tienes que enseñar. Tú necesitas estar aquí. Así que no pierdas el tiempo soñando con irte. Porque en tus sueños, visiones y las que aparecerán próximamente, puedes ver y vislumbrar otros mundos; son mundos en los que has vivido. Eso no quiere decir que haya sido un error venir aquí. Pues tú has venido aquí para abrir el corazón. Incluso aunque sea de una forma muy especial desde el punto de vista de algunos de la Tierra.
Y no te diré todas las cosas que harás, pues tú eres una flor que crece en una parra. ¿Y eso qué quiere decir? Quiere decir que tú creces entrelazado con otros y que habrá otros que vendrán y se unirán a ti. Y creceréis juntos. Y tú encontrarás otros que son como tú, y no te sentirás tan solo.
Has venido a construir una sociedad nueva
En lo más profundo de tu ser, sabes por qué has venido aquí, pues tu corazón lo sabe. Has venido para sembrar una Nueva Clase de Ser. Y eso va en contra de la sociedad, pues has venido a construir una sociedad nueva. Has venido a convertirte en constructor de un nuevo enfoque y una nueva sociedad. Es como si hubiera un prisma y tú vinieras a pulir uno de los colores del prisma. Pero yo te digo que para llevar a cabo lo que has venido a hacer –tu trabajo, tu don– es importante para ti que honres los otros colores del prisma. Y es importante que consigas un cierto equilibrio en tu mundo para que otros te escuchen, para que puedas aprender acerca de muchas cosas, para que ENTONCES saques tu don y los demás te escuchen. Y ellos no siempre te van a entender, pero tú los puedes entender, interesándote, más o menos, un poco en todas las cosas que les resultan importantes, y ellos no te tendrán miedo, no los desanimarás y se acercarán a ti. Y podrán ver tu don. Podrás compartir con ellos esas cosas que tú creas, porque no te has separado de ellos.
Es importante que aprendas algo acerca de todos, por ello vas a la escuela.
Y no es que debas separarte de ningún otro, sino que traes el don de la Unidad e Integridad. Quizás tú seas una hebra dorada, pero hay hebras que son plateadas y otras hebras que son blancas, verdes o grises. Y tú has venido a coger una aguja y unir todas las hebras, no para ser superior o inferior, ni para dejar de escuchar a tu corazón, sino para ganarte el corazón y el oído; para que otros vean tus trabajos y te escuchen es importante que aprendas algo acerca de todos, es por lo que vas a la escuela.
Tú ya vienes con un don y tienes un propósito: es el de restaurar la belleza en la Tierra y centrarse en la Divina Feminidad, y la Divina Feminidad brota de ti como una fuente; mucha belleza y flujo de armonía, pues tú eres todo armonía y amor. Donde no hay armonía, tú no lo entiendes, donde no hay amor, tú no quieres estar, y donde tu corazón no lo entiende, tu mente quiere irse. Por eso tienes sueños tan intensos. Por eso la fuerza del amor es tan intensa en ti. Pero si tu tallo tiene que crecer y fortalecerse, sacando hojas y ramas como flores de luz que son, es importante, ya que estás plantado en la superficie de la Tierra, que entiendas algo de la Tierra, es por eso que vas a la escuela, para entender algunas cosas que puede que hayas elegido no estar con ellas mucho tiempo. Pero haz el aprendizaje y aprende algo. ¿Por qué? Para que puedas hablar con mucha gente, para que puedas compartir tus dones con mucha gente, para que puedas amar a mucha gente, para que puedas compartir tus dones con ellos y aprender de sus dones
Y eso no quiere decir que perderás el maravilloso don que traes.
Sois diferentes, pero también sois lo mismo
Vosotros sois diferentes, pero también sois lo mismo, porque todo está unido. Él creó Todo: cada flor, cada pájaro, cada planeta, cada universo, cada pequeño perro, cada pequeño ser humano y cada pequeño ángel. El Creador de Todo hilvanó una hebra de unidad a través de todo para que todo se mueva junto. En tu Tierra no es tan fácil ver la hebras, parecen invisibles, pero no lo son. Todo está unido.
Por favor, querido niño índigo, hónrate y ámate
Así que, por favor, Querido Niño Índigo, hónrate y ámate, y percibe que eres honrado en el Cielo, como también serás honrado en la Tierra. Allí también hay unidad. Cielo y Tierra son realmente uno, Todo está realmente conectado, lo verás muy pronto si aún no lo ves.
La Tierra es como una pequeña escuela. Es posible que a veces no te guste la escuela, es posible que no te guste la Tierra. Pero hónrala, por favor. Percibe que está viva, no es solamente una gran bola por la que caminas. Está viva, todas sus pequeñas partes, incluso cuando andas encima de Su Gran Cuerpo, está consciente y está creciendo, y está, de alguna forma, en su propia escuela de desarrollo, de expansión. Está girando a través del espacio y haciendo muchas cosas, dándote cobijo. Ella es una de tus madres, pues te alimenta. Sus elementos están en tu cuerpo físico, y sus tierras, aunque mermadas por la Humanidad, te dan alimentos que comer, y sus aguas te dan bebida.
Los Rayos salen de Dios que creó Todo. Y son pequeños colores diferentes, como arroyos. Cuando dibujas un sol a veces colocas líneas que salen del sol. Si vuelves al sol original que creó y dio calor a todo, tendrás lo que se llama Dios, y las líneas que salen son como los rayos.
Cada rayo representa una parte fundamental de la personalidad de Dios
Tú tienes una personalidad y Dios tiene una personalidad.
Cada uno de los rayos representa una parte fundamental de la personalidad de Dios.
Ahora todos los que andan en la faz de la Tierra, aunque son Espíritu, tienen un cuerpo que lo rodea. Si tú estás aquí, y lo estás, entonces estás aquí para perfeccionar el vivir en la Tierra, el vivir en la Tierra y ser capaz de unir la personalidad de Dios con la tuya. La personalidad de Dios tiene 7 puntos fundamentales. Y tú los tienes que tener también.
Algunos son muy intensos dentro de ti.
Dios tiene 7 puntos de luz que son la personalidad de Dios.
Tú también tienes esos puntos de luz. Los tienes que tener porque eres un Niño de Dios. Bueno, algunos son muy, muy intensos, y otros no los son tanto. Están allí, pero no son tan intensos.
Mientras estás en la Tierra, será tu elección tratar de abrazarlos todos, invitarlos a todos a tu vida.
Si haces eso, estarás muy equilibrado y te traerás una cierta armonía, una cierta melodía a ti mismo y a todos los demás.
La gente llama a esto trabajar con los rayos. Trabajar con la personalidad de Dios. Es juntar un arco iris, todos los colores y decir: “Yo quiero trabajar con todo el arco iris, no con sólo unos pocos colores, déjame trabajar con todo el arco iris”.
Cuando trabajas con todo el arco iris, tienes todo un arco iris a tu alrededor, y tienes un gran prisma de luz que tiene todos los colores. Esto es unidad. Esto es integridad, y se siente muy lleno, esto es Plenitud. Esto se siente como Dios. Dios es UNIDAD e INTEGRIDAD
Esto será divertido, pues te voy a hablar de los 7 rayos.
Los siete rayos
El Primer Rayo trata del Poder. El Poder de Dios es como un gran soplo que mueve el Amor. Y cuando el Poder está moviendo al Amor, todo el mundo siente entonces mucha Fe, porque no hay nada que temer. ¿Cómo puedes tener miedo cuando te ha entrado tanto amor? El Miedo es lo opuesto al Amor. Tú no tienes miedo cuando estás lleno de Amor. Tienes protección y estás a salvo. Esta clase de poder que proviene de una Fuente Divina tiene la fuerte predisposición de moverse hacia delante. Si Dios quisiera que pasara algo, tú podrías decir que era la Voluntad de Dios. Era la intención de Dios hacer que eso sucediera. Cuando lo que tú quieres está alineado con lo que Dios quiere, entonces puedes decir que tu voluntad y la Voluntad de Dios están alineadas. El Primer Rayo de Poder alinea las dos voluntades y las hace una. Cuando uno está alineado con la Intención y el Poder de Dios, se tiene la sensación de que todo está bien y no hay miedo. Después de todo, el camino de Dios siempre es el camino de la perfección y la verdad.
El Segundo Rayo trata del Amor. Es el amor a través del corazón. Es esa maravillosa sabiduría que viene del corazón. El corazón que sabe lo que tiene que hacer; que sólo conoce amor; el corazón que quiere enseñarlo y quiere compartirlo. Quiere darlo. Y tú sirves a la Luz de esta manera. Busca caminar un sendero de Verdad, plantando semillas de la Verdad para otros aún cuando está comiendo los frutos de la Verdad a lo largo del camino. Desea aprender para así convertirse en “sabiduría”. Sabiduría del corazón. El corazón que sabe cómo amar. Este rayo siempre quiere difundir algo. Y aquí tú eres un maestro. Trabajas desde el corazón y quieres proporcionar amor a otros. Tú quieres entender todo a través de los Ojos del corazón. Hay un brillo radiante que es como un imán. Este rayo trata de amor, enseñanza, crecimiento – con el énfasis del corazón. Se trata de construir un círculo que despertará a toda la humanidad al amor. Quiere permitir a otros que abran ahora la válvula del amor. Si necesitas un poquito más de energía, llama al Primer Rayo para que te empuje y ayude hacer las cosas que necesitas hacer. El Tercer Rayo pude venir y ayudarte a encontrar una forma de integrar ese amor. Te puedes imaginar un cuenco o recipiente que puedes llenar con agua. El Amor es como agua, y el recipiente como el Tercer Rayo. se necesita que haya algo que contenga el amor para que otros lo puedan utilizar. Si hay una taza allí, entonces se puede ofrecer una taza de agua a alguien.
El Tercer Rayo es la Actividad Inteligente de Dios que dice: “Cogeré el Amor y cogeré el Poder y los uniré, y entonces crearé algo tangible, algo que tenga forma. Y cambiaré el mundo a través de estas ideas que surgen.” Este rayo coge toda clase de ideas maravillosas y construye cosas. Es como construir una casa y poner primero unos buenos cimientos. El plan es mover Amor y Poder hacia delante, pero necesitas un plan para hacer esto. El Tercer Rayo te da el plan de acción para traer Amor y Poder al mundo. Tiene que ver con la mente fuerte que crea movimiento para producir algo en el mundo. Se puede decir que es amor en acción.
Los Rayos 4, 5, 6 y 7 salen del Tercer Rayo. ¿Viste alguna vez en la escuela un esquema con las letras mayúsculas A, B y C? ¿Y viste que debajo de la letra A estaban los números 1, 2 y 3? Tal vez lo viste. Así es como es el Tercer Rayo. El Tercer Rayo es inteligente; utiliza luz mental para hacer que pasen cosas. Como en un esquema. Utiliza muchas ideas, entonces de esas ideas y de la actividad de la imaginación creativa salen 4, 5, 6 y 7, como en un esquema.
El Cuarto Rayo es el rayo de la armonía y la Pureza. Es muy creativo. Es muy dulce, amoroso y cariñoso. Viene a traer pureza y esperanza, a traer el corazón lleno y la Madre Divina. Algunos Índigos tienen mucha fuerza de este rayo. A ellos les resulta difícil estar donde falta armonía y pureza. La esperanza es muy importante; cuando la esperanza desaparece, aparece una profunda tristeza. Quieren ver el amor restaurado en todas partes y pueden mirar alrededor y no ver el amor que quieren. Esto los puede entristecer. Aquí está el artista. Este rayo está totalmente relacionado con la belleza. Lo que tú quieres es poner al mundo entero en un pedestal donde es perfecto y todo es armonioso. Y aunque el cuarto rayo puede sentirse como un juego de tiro de cuerda, hay una cuerda y hay niños a un lado mirando, los hay en el medio y también hay niños en el otro lado tirando. El Cuarto Rayo puede hacerte sentir como si estuvieras atrapado en el medio. Tú quieres que pare y que sea lo mismo en los dos lados. Quieres que sea igual de ambos lados. Es aquí cuando amas los animales, los colores, las aguas, la tierra y las mariposas. Es aquí cuando proyectas vida dentro de todo. Es aquí cuando la energía de la restauración viene a restaurar la pureza, por lo que hay mucho cambio, porque la vida está reflejada en el cambio. Es aquí donde el pintor, el bailarín y el que canta por todos, es una expresión de Alegría y Amor.
Entonces viene el Quinto de los Rayos, que es más científico. Algunos Índigos tienen la energía del quinto rayo muy fuerte, pues les apoya, dándoles una gran concentración, como un caballo que lleva anteojeras para poder concentrarse bien y no mirar a su alrededor. Se concentra solamente en una cosa por vez. Este rayo es científico y tiene fuerza mental. Es el rayo de los médicos que tienen que estar muy concentrados cuando operan en los hospitales; no pueden estar mirando aquí y allá, ¡no cuando tienen a alguien debajo de su bisturí! Esta es la ciencia de la sanación del cuerpo, la mente y el espíritu. También está relacionado con poder recordar muchas cosas y números averiguando lo que es verdad y lo que no. Es como buscar oro y estar en el buen camino: si sopla una ráfaga fuerte de viento, ¿puedes mantener tu concentración aun entonces? El Quinto Rayo sigue aunque sople el viento. Es muy fuerte porque quiere encontrar la respuesta y no se detendrá hasta hacerlo. Este es el rayo que une la ciencia y la tecnología con el Espíritu. Por favor piensa en el Arcángel Rafael y la Madre María, ellos están muy orientados y concentrados.
Entonces llega el Sexto Rayo, que es como una fuente de amor de la que emana devoción. La personalidad de Dios tiene poder, amor, una fuerte voluntad, fe, protección. También tiene actividad y cosas que hacer. Además tiene pureza y armonía. Tiene una gran concentración para poder hacer cosas y llevarlas a cabo. Ahora muestra devoción y reverencia por la vida, Dios y los Maestros. Este es el Sexto Rayo, es el rayo de la lealtad. Es como un ángel guardián que dice: “Estaré junto a ti, y si otros te abandonan, yo no, porque te amo y es mi misión serte leal, serte fiel. Y puedes contar conmigo, puedes apoyarte en mi”. Esto es perdón y paz, que también son parte de la personalidad de Dios. Quiere cuidar a otros. Se está apoyando en Dios y los Maestros y además deja que tus amigos se apoyen en ti y cuenten con tu apoyo.
El Séptimo Rayo está totalmente dedicado a la Libertad. La libertad es de una persona que está llena de Dios. ¿Por qué? Porque la libertad de Dios hace desaparecer todos los bloqueos y fricciones. La libertad quiere quitar las grandes rocas del río. En el Río de Dios no hay rocas que detenga el agua. No hay rocas, y eso está bien, es como Dios. Dios es libertad. El Séptimo Rayo coge todo lo que está en el camino y lo transforma en otra cosa para que la corriente se pueda restablecer. El Séptimo Rayo quiere la victoria. Quiere unir el Cielo y la Tierra, y lo hará de manera muy organizada, lo organiza para que la libertad pueda aparecer, paso a paso. Imagínate a alguien que está de pie, con fuerza, sobre la Tierra, y sus manos llegan hasta los Cielos. Están en la Tierra y a la vez están en los Cielos, pues están trabajando con ambos. Hacen que todo sea sagrado y a la vez práctico. Siguen las reglas y leyes porque el Universo tiene reglas y leyes que hacen que todo vaya bien, pero es victoria lo que quieren. Este rayo establece las reglas a seguir para que todo pueda romperse y cambiar. Para que todo se pueda transformar de una cosa en otra. A esto se le llama Transformación.
Todos los rayos se necesitan entre sí
Todos los rayos se necesitan entre sí. Son como 7 amigos que van juntos a todas partes; ellos quieren estar juntos. El Poder no es bueno sin Amor, porque cuando el poder está sin amor, se torna dominación. ¿Has estado alguna vez con alguien que te intimida, te da ordenes y es agresivo? Eso es poder sin amor. El miedo surge cuando hay demasiado poder y no suficiente amor.
Pero el amor necesita del poder, porque si no hay poder, entonces la pequeña barca se queda quieta en mitad del océano y no va a ninguna parte. El poder es como un motor que mueve la barca.
Y la sabiduría de las ideas y de la actividad que viene de la mente, coge el poder y el amor para hacer algo en el mundo de las formas. Ahora necesitas abrirte camino en el mundo de las formas, para que algo pueda ser completado y acabado. El Tercer Rayo nos acompaña todo el camino hasta la línea de meta. Es como una pequeña pila que hace que todo siga funcionando y funcionando y funcionando hasta que el trabajo esté terminado.
Recuerda, la Sabiduría sin Amor es bastante fría. Necesita Amor para que le brinde calor, y necesita Poder para que la mueva y asegurarse de que es sabia, (así como Dios es sabio), para asegurarse de que está preparada siguiendo la Voluntad de Dios. Para que no sea YO, YO, YO, sino que sea Dios el que esté haciendo que todo ocurra.
Todos los rayos se necesitan entre sí.
Y todos los rayos que salen por debajo del Tercer Rayo también necesitan estar juntos. La Armonía necesita la Paz. La Armonía que quiere equilibrar todo puede sentir a veces que no tiene paz. Quiere llamar a su amigo, Paz. Y la Paz quiere Libertad, y quiere seguir los pasos para conseguir Libertad. A veces quiere organizar algo y estar muy concentrada. A veces la concentración necesita estar allí, para que la mente sea constante, para que pueda aprender algo y entender algo más. Y la Concentración necesita tener Pureza, Armonía y un Propósito Divino, o de otra forma sería muy árido y no sería divertido. Dios es disfrutar. Estar en la ALEGRÍA sin Paz puede que no ayude a nadie. Piensa en Esos que tienen su nariz mentida en los libros todo el día y no tienen tiempo para mirar a un conejito saltar o ver el color en una flor. Porque puede que ellos estén un poco atrapados en lo mental y que necesiten integrar un poco el corazón.
Cualquiera de los rayos aislado puede estar desequilibrado y ser demasiado
Cualquiera de los rayos sin sus amigos, puede estar desequilibrado y ser demasiado. El corazón y la mente tienen que ir de la mano. Así que, querido ser, honra tu corazón porque está lleno, honra tu mente también, porque está llena. Van juntos. La mente sigue al corazón, deja que la mente lleve el mismo ritmo que el corazón
Traducción: © José Manuel Piedrafita Moreno
Extraído de: trabajadores de la luz